La expedición del Real Mallorca no olvidará fácilmente el partido
de Vitoria. Primero por la derrota frente a un equipo que lucha por
no descender y segundo por lo complejo y complicado del viaje de
regreso. En una semana marcada por el debate de si los continuos
viajes pueden llegar a afectar mentalmente a la plantilla, lo de
ayer fue la guinda que le faltaba al pastel.
Tras el partido del domingo los futbolistas durmieron en Vitoria
y ayer lunes, a las 11:15 partieron en autobús hacia Bilbao ya que
desde el aeropuerto de Sondika debía partir a las 13:30 horas el
vuelo que condujera al grueso de la expedición a Palma. Nada más
lejos de la realidad. Cuando todo el equipaje estaba facturado y se
esperaba de un momento a otro efectuar el embarque, la compañía
Iberia informó que por motivos atmosféricos "soplaba un fuerte
viento en Bilbao" el vuelo que llegaba de Palma y que debía
aterrizar allí para volver hacia la Isla no podía hacerlo y tomaría
tierra en Vitoria. Con el cansancio por el esfuerzo realizado
durante el partido y con el agotamiento de tanto viaje y de tanto
avión para arriba y para abajo, los futbolistas se subieron en un
autobús contratado al efecto por la compañía aérea y regresaron a
Vitoria. Tras recorrer otra vez el escaso centenar de kilómetros
que separan ambas ciudades y tras los pertinentes retrasos
ocasionados por el tráfico aéreo, al fin, minutos antes de la cinco
despegó el avión.
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