La Tercera se ha vuelto a vestir de blanco y negro. Nadie ha
mejorado los dígitos del Constància, nadie ha conseguido superar
los registros de un grupo confeccionado para el ascenso. Inca se ha
divertido con el balompié práctico, alegre y poco encorsetado de un
equipo que ha sabido explotar todos sus recursos.
Nico López (entrenador) y Andreu Sacarés (presidente)
aterrizaron en Es Raiguer para pulir un proyecto que debe conducir
a los albinegros a Segunda B. El primer paso fue forrar la
estructura del curso pasado con futbolistas de etiqueta, jóvenes y
que creyeran desde el primer día en el designio. Toni Beltrán,
Nico, Ramis, Martorell o Sendino completaron una plantilla en la
que se encontraban hombres como Paco Coll, Figuerola o Fiol.
Posteriormente llegaron Picazo y Sacarés, dos elementos de lujo.
Esta amalgama de jugadores le ha sacado brillo a la pizarra de Nico
López y el resultado es evidente: título de Liga, máximo artillero
y conjunto menos goleado a falta de un puñado de jornadas para
finiquitar el campeonato.
Nico ha olvidado su experiencia en Sóller y ha engalanado el 75º
aniversario de un club con lustre. Llegó del valle para instalarse
a pocos metros de su casa y en siete meses ha conseguido situar al
Constància en lo más alto del balompié balear.
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