El español José María Olazábal consiguió el triunfo por segunda vez
en el Masters de Augusta "fue subcampeón en 1991 y campeón en
1994", cuya 63 edición terminó en el Augusta National con el acto
de imposición de la chaqueta verde que distingue al campeón, de
manos del defensor del título, el estadounidense Mark O'Meara.
El primer torneo del Grand Slam tuvo un inesperado campeón, pues
Olazábal no entraba en las apuestas debido a su discreto comienzo
de temporada en Europa y a su pobre bagaje en los torneos
disputados en Estados Unidos previos al Masters, pero esta semana
surgió de nuevo la categoría de jugador que lleva dentro y, como
no, su impresionante garra sobre el campo, que le permitió superar
todos los contratiempos y el duro acoso de sus rivales.
Olazábal, que dio carpetazo definitivo en Augusta a su pasada
enfermedad en los pies y a sus discretos resultados durante las
pasadas dos temporadas, firmó en esta última jornada del Masters 71
golpes para 280 totales, ocho bajo par, y aventajó en dos golpes al
norteamericano Davis Love y en tres al australiano Greg Norman, de
44 años, por enésima vez el gran derrotado del Masters de Augusta a
pesar del apoyo general del público y de su buen golf recuperado
después de la operación de hombro que sufrió en abril de 1998, que
le mantuvo siete meses fuera de la competición.
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