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Birmingham ya forma parte de la historia más reciente del Real Mallorca; la que narra el trato cruel que le ha dispensado el destino al equipo balear cada vez que se ha asomado a las puertas de la gloria. El golpe ha sido industrial, aunque la competición no concede espacio ni tiempo para reparaciones largas. El grupo parece tenerlo asumido y se ha apresurado a anotar en su cuaderno de trabajos pendientes la Liga de Campeones.

El trayecto liguero se agota y el plazo para otorgar consistencia a este tratato de inteciones es de cuatro jornadas. El Mallorca, acomodado en la segunda posición con 60 puntos de crédito, administra argumenos más que suficientes para disputar la próxima edición de la remozada Champions League porque se ha ganado la capacidad de depender de su fútbol, aunque el camino hacia la máxima competición continental también proyecta otros aspectos que pueden condicionar el objetivo.

Ver a Vicente Engonga completamente abatido sobre el césped de Villa Park personifica la imagen más dolorosa del fútbol, aunque también el estado de ánimo que puede anidar en el vestuario balear. El Mallorca debe rearmarse en un espacio de tiempo excesivamente breve. El Extremadura "domingo en el Sitjar" será el primero que chequeará su salud. Bajo esta perspectiva, está claro que el duelo ha adquirido una trascendencia que supera cualquier aspecto puramente competiticional. El Mallorca necesita reparar los daños que le ha causado la Lazio y el bálsamo son tres puntos.

Con el Barcelona ubicado en un escalafón muy superior, el cartel muestra un anuncio claro: cinco equipos para tres plazas. Real Madrid en el Bernabeu, Celta en el Sitjar y Valencia en Mestalla. El tránsito hacia la Liga de Campeones también exhibe tres obstáculos de entidad. El Mallorca se cruzará con tres rivales directos en la pugna por la Champions League y con dos de ellos lo hará lejos de Ciutat. La estadística dice que ganar en el Bernabeu es un éxito prohibido para los baleares, aunque también es cierto que el club blanco vive en un estado de crisis permanente que lo ha convertido en un equipo muy vulnerable. Celta de Vigo, rival bermellón en la penúltima jornada, ha perdido gas en las últimas jornadas. Deslumbró en la primera parte de la Liga gracias a un manual ofensivo y de mucho toque, pero su candidatura ha ido perdiendo fuerza.