Fue una jornada de trámite en la que todo sigue igual que al
principio, es decir con la incertidumbre de la general, en ese
pulso entre el líder, el francés Laurent Jalabert, y el italiano
Marco Pantani que, junto a Camenzind, Jiménez, Gotti y Clavero,
entre otros, dio la impresión de que habían firmado un pacto de «no
agresión» ya que los ataques entre ellos brillaron por su ausencia
al no ser el mejor terreno.
Muchos kilómetros de tedio en los que se volvió a comentar la
persecución médica, ya que en esta ocasión los «vampiros» volvieron
a darse una vuelta por los hoteles donde se encontraban algunos
equipos.
Los elegidos fueron el Mercatone Uno de Marco Pantani,
afortunadamente el ídolo italiano no se fue a dormir a casa de sus
padres, según comentó, ya que los médicos se presentaron a media
noche.
Otros «donantes» fueron los corredores del Mapei y el Saeco de
Mario Cipollini, al que no le sentó nada bien el madrugón y
comentaban que comienza a estar un poco cansado de tantos controles
de «salud» que no llevan a ninguna parte.
La salida se hizo a paso de caracol, como comentó Pantani al
final de la misma, pues en su caso eran muchos los aficionados que
se acercaron para saludarlo y también por la polémica de esos
controles.
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