Su trayectoria no tiene techo. Ni deportivo ni físico. Cuando
Vanessa Cifre, Silvia Mas, Dolores Rodríguez y Silvia Rodas se
afincaron definitivamente en la élite de la gimnasia artística
española el Govern reaccionó construyendo un pabellón que aún
continúa en obras. Después de tres años subiendo al podio, las
cuatro campeonas mallorquinas afrontan la Universiada como el
último peldaño de su carrera deportiva, la clausura de los Juegos
marcará también el punto final de unas trayectorias que comenzaron
en la infancia y que han reportado a Balears un saco de medallas.
Al filo de esa jubilación anticipada que impone un deporte exigente
como pocos, a las cuatro sólo les queda el consuelo de que las
nuevas generaciones se beneficiarán de ese pabellón construído para
ellas.
«Están más quemadas que la pipa de un indio. No sólo lo entiendo
sino que a veces me pregunto cómo han aguantado tanto. Las únicas
ayudas institucionales que hemos tenido se han reducido a
concentraciones esporádicas en Madrid para poder entrenar, pero eso
es ir por la vida poniendo parches». Pedro Mir, director técnico
del equipo, sabe bien triunfar en gimnasia ritmica pasa por
aprender a sacarse sin ayuda las castañas del fuego. «Lo nuestro
"señala" es como si el Mallorca se hubiera proclamado campeón de
liga. El único problema es que no jugamos al fútbol. El Govern ha
entendido perfectamente los logros que ellas han conseguido en los
últimos cinco años, la pena es que el pabellón les llega tarde».
Convencido de que ha entrenado a un grupo irrepetible en la
historia de la gimnasia balear, Mir no aventura pronósticos de cara
a la Universiada: «No sé qué puede pasar. Por mi parte el objetivo
es que dos de ellas se clasifiquen para las finales. Si consiguen
diploma, fenómeno; la verdad es que hablar de medallas es una
utopía porque estamos hablando de un deporte en el que hay una
extraordinaria calidad y la competición es increible». Para el
responsable del equipo español de gimnasia "formado por las cuatro
mallorquinas y la vasca Goretti Otxoa" la participación en los
Juegos (es la primera vez que España compite en una Universiada)
supone un premio en sí mismo: «Vanessa (Cifre) lleva aquí desde los
tres años. Me ha visto más a mí que a mi padre. Lo que quiero decir
es que estas chicas se han sacrificado durante toda la vida para
llegar a donde están, nadie les ha regalado nada y participar en la
Universiada es para todas ellas un justo premio».
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