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La confluencia en Son Moix de las pruebas de atletismo "la competición más compleja de todas las que se celebran" y de la eterna construcción del estadio han llevado a la organización de la Universiada a afrontar su mayor prueba de fuego. Sin apenas tiempo para haber efectuado un reconocimiento previo del escenario a causa de los retrasos de las obras, medio millar de personas viven desde ayer el mayor reto de estos Juegos: llevar a buen puerto el deporte más exigente y complicado de cuantos concurren en Palma 99. Con dos móviles enganchados al cinturón y permanentemente conectado por un comunicador con jueces y organizadores, Juan José Lozano comenzó a dirigir el mayor teatro de operaciones de la Universiada habiendo dormido dos horas el día anterior. El responsable de atletismo de los Juegos está convencido de que la competición se desarrollará satisfactoriamente pero lamenta tener que recuperar a trancas y barrancas el tiempo perdido por las obras del estadio. «Está claro que los retrasos nos han perjudicado. No se puede preparar como se debe un evento si unos sacan la basura del estadio y otros la vuelven a meter. Nos ha faltado tiempo, durante varios días han convivido el montaje del césped con el sintético y el montaje de la ceremonia de inauguración. Las cosas no se pueden hacer así», se quejaba ayer Lozano, en uno de sus escasos altos en el trabajo. A pesar de la complejidad que supone la competición, los responsables de la oficina técnica aseguran que la clave está en superar los tres primeros días, que es cuando se celebran las series eliminatorias (ayer, por ejemplo, se despacharon cuatro de 400 vallas femenino, seis de 400 metros y otras ocho de 200 metros masculino).