Rubchenko no ha tardado en destapar su talento. Alicante fue
testigo de la vertiginosa rehabilitación del internacional
ucraniano, que no ha tardado en asumir el liderazgo de un equipo
que emite grandes dosis de solvencia y que desprende un agradable
aroma ganador. No obstante, el baloncesto de Rubchenko pertenece a
un escalafón superior y su estancia en la LEB debe considerarse
como un lujo. Fuera de la selección de su país por propia voluntad,
ha mostrado detalles difícilmente perceptibles en categoría de
plata.
Gris y demasiado anárquico en el estreno ante el Granada,
Lucentum fue la presa escogida por un Rubchenko ávido de enmienda.
No tuvo piedad. Acribilló a los alicantinos desde el perímetro (5
de 6 en triples) y acarició el balón cuando la tesitura requería
precisión y sangre fría. Nadie pudo con él. También reboteó,
defendió y fue capaz de aguantar en pista muchos minutos con cuatro
faltas en su cuenta. Rubchenko ha despertado y el Bàsquet Inca
ilusiona. De hecho, buscar una referencia con la que comparar la
actuación que firmó el equipo en Alicante es difícil.
Sobrio y serio, los ocho jugadores que utilizó Olmos aportaron
algo importante. Albert Roure fue determinante durante el primer
acto; Gonzalo Fernández, que también apareció en el quinteto
inicial, es un trabajador incombustible que domina el juego en la
pintura. Rafa Monclova no necesita presentación alguna. Es uno de
los mejores directores de juego de la categoría. Siempre manejó el
partido y gobernó a su antojo. Ganó el pulso a Calderón -todo un
campeón de Europa júnior- y a David Gil -base titular del ascendido
Breogán durante la temporada anterior-. Monclova dirigió y anotó (9
puntos), aunque Felipe García volvió a evidenciar que es un
recambio solvente.
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