TW
0

La vertiginosa contrarreloj que presidió los días previos a la celebración de la Universiada ha dado paso a un tiempo muerto condicionado por la incertidumbre. Tres meses después de su clausura, el balance económico de los Juegos Mundiales Universitarios sigue siendo una incógnita que se despejará, supuestamente, a lo largo de este mes, pero que por el momento sólo ha servido para alimentar la leyenda del seguro sobrecoste que tendrá el evento para los ciudadanos de Palma. A la espera de que las cifras salgan a la luz, lo único que la Fundación ha liquidado es el pebetero de Son Moix, que yace oxidado entre basuras detrás del velódromo. El retraso de las cuentas ha provocado un sinfín de críticas por parte de una oposición que siempre ha visto la Universiada desde fuera. «No tengo datos para poder hacer una estimación, algo que de por sí ya es muy lamentable, pero en cualquier caso pienso que habrá un desfase presupuestario importante y alguien deberá responder de ello», señalaba ayer a este periódico el socialista Antoni Riog. Tanto él como representantes de otras formaciones han expresado su pesimismo respecto al balance final. La directora general d'Esports, Joana María Petrus, manifestó recientemente a este periódico que daba por hecho un «importante desfase» en la liquidación final del evento. «Está claro que si no hubiera nada negativo que mostrar, las cuentas ya estarían sobre la mesa. A mí no me preocupan las facturas, que estarán todas, sino la gestión y su repercusión en las arcas muncipales», dijo ayer Roig . En las antípodas de cualquier lectura catastrofista, Fernando Giménez aseguraba en la pasada ejecutiva que «las cuentas estarán claras muy pronto y no habrá problemas».