Ibagaza, Biagini y Djokaj se abrazan tras el primer gol mallorquinista. Foto: TOMÀS MONSERRAT.

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3 REAL MALLORCA: Leo Franco (3), Armando (1), Nadal (2), Niño (2), Miquel Soler (2), Lauren (1), Engonga (2), Ibagaza (2), Stankovic (2) (Carreras, min. 69); Biagini (1) y Djokaj (2) (Diego Tristán, min. 46).
0 FK TEPLICE: Machalek (1); Jindracek (1), Rada (0), Frtala (0), Tesarik (1); Verbir (1) (Kolomaznik, min. 67), Bilek (0), Fousek (1), Divecky (1) (Sourada, min. 62); Frydek (1) y Brabec (0).
GOL: 1-0, min. 30: Nadal; 2-0, min. 58: Stankovic; 3-0, min. 68: Niño.
ARBITRO: Edgar Steinborn (Alemania).
INCIDENCIAS: Partido de vuelta de la segunda ronda de la Copa de la UEFA disputado en el estadio mallorquín de Son Moix ante unos 12.000 espectadores. El Mallorca eliminó al Teplice checo por un global de 4-1.

TOMEU TERRASA
La estancia del Real Mallorca en el segundo balenario checo que visita esta temporada resultó mucho más placentera y edificante que la primera. Ante el Sigma Olomouc, el grupo de Vázquez, todavía afectado por el monumental batacazo ante el Molde, se limitó a cubrir el expediente y a recoger los dividendos que le rentó su clara superioridad. Ante el Teplice fue distinto. Libre de agobios gracias al 1-2 cosechado en el encuentro de ida, el Mallorca le cogió el gusto el balón, disfrutó del primer toque, trenzó jugadas excelentes y ganó con la gorra pasándoselo en grande. Al fin y al cabo, el fútbol es un juego. A pesar de la cautela con que había acogido este encuentro, Vázquez convirtió la visita del Molde en un pequeño banco de pruebas donde tuvieron cabida desde Djokaj hasta David Castedo. Todos cumplieron, y por encima de todos, Leo Franco. El sustituto natural de Burgos impartió magisterio bajo los palos. Es cierto que el Teplice llegó poco, pero cuando lo hizo no se anduvo por las ramas y sus tres disparos fueron derechos al fondo de la red. El cancerbero argentino, que como Diego Tristán lloraba hace escasos meses el descenso de su equipo a Segunda B, se metió en el bolsillo a una afición que combatió el frío aplaudiendo la buena actuación de su equipo y su portero. El encuentro en sí no ofreció demasiados apuntes de interés, pero sirvió para comprobar lo bien que se mueve este equipo cuando la presión se queda en el vestuario.

El Mallorca tardó poco en autoconvencerse de que la eliminatoria sólo tenía un dueño. Perdido en el centro del campo y con una distancia enorme entre líneas, el Teplice era un canto a la fuerza de voluntad. El equipo checo sacaba con muchos problemas el balón de su área, desistió de entrar por las bandas y se hacía un auténtico lío al intentar encarar el área de Franco salvo en tres ocasiones. Las tres fueron perfectamente repelidas por el segundo portero bermellón. Las cosas se le enderezaron por completo al Mallorca a la media hora de juego. Como suele suceder, todo comenzó en una acción a balón parado: Stankovic bota una falta, Machalek detiene el balón como buenamente puede y cuando la jugada iba a morir en un córner, Djokaj la prolongó con un golpe de imaginación (y de tacón) para que Nadal empujara a placer. Aquel gol puso la evidencia sobre el tapete. El Mallorca comenzó a recrearse en su superioridad ante un Teplice que pronto asumió su verdadero cometido en la fiesta: evitar toda diversión a su costa. En la segunda mitad, el Mallorca estuvo aún más entonado y Stankovic sentenció la eliminatoria al dibujar con su bota una soberbia parábola que contempló incrédulo. Fue un gran gol para una buena noche europea cuyo broche lo puso un testarazo de Fernando Niño a un saque de córner de Ibagaza.