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TOMEU TERRASA/FERNANDO FERNÀNDEZ
Veinticuatro horas antes de ingresar en el infierno turco, el
Mallorca ya estaba quemado. La negativa del Valencia a retrasar al
domingo el trascendental encuentro de liga que enfrentará a ambos
equipos fue recibida con gran indignación en el seno de la
expedicición bermellona. Nadie calló ayer. Y Mateo Alemany, menos
que nadie. El consejero delegado del Mallorca calificó de
«barriobajera» la actitud del club ché y anunció a la prensa que la
decisión provocará una reunión de urgencia del consejo de
administración rojillo para adoptar algún tipo de medida
institucional. Las relaciones entre ambos clubes se encuentran bajo
mínimos, en las antípodas de aquel 29 de abril en que Mestalla
albergó la final de la Copa del Rey. «Una actitud como la que ha
adoptado el Valencia es para no sentarse en el palco. Estamos
profundamente dolidos porque nosotros nunca habríamos actuado así.
A lo largo de la temporada también hemos tenido problemas y nunca
hemos perjudicado a terceros. La ética está por encima de la
legalidad y esto es algo que el Valencia no ha querido ver»,
declaró un indignado Alemany.
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