Primero fueron los turcos y su zafio comportamiento en el palco de
Son Moix; después llegaron Cúper y las exigencias de adelantar el
partido al sábado. El interminable quejido del Mallorca por la mala
educación de sus últimos rivales está teniendo una curiosa
coincidencia con el más aciago episodio del equipo en su séptima
etapa en Primera División.
Antes y después "posiblemente también durante" de que Angloma
transformara en gol la fiesta que se dio el Valencia a costa de su
rival, Fernando Vázquez no ha dejado de apelar a la moral. Con el
equipo expulsado de Europa antes de jugar el encuentro de Estambul
y el pírrico activo de dos puntos sobre quince posibles en liga, el
técnico gallego anda últimamente volcado en difundir la importancia
de un código ético que impida tanto agravio. Sin embargo los buenos
modales puntúan muy poco en esta competición que da y quita, pero
que suele tener por norma terminar colocando a cada uno en su
lugar. Barriobajero o no, el Valencia obtuvo oro de su último
enfrentamiento y mantiene intactas sus opciones de asegurar su
participación en la Liga de Campeones por segunda vez en su
historia. Muy lejos de ese panorama, el Mallorca se aleja un poco
más de la UEFA para quedar engullido por un pelotón de equipos con
el cuello doblado de mirar al pozo. El del sábado fue un justo
reparto: el Mallorca retiró la palabra; el Valencia, los puntos.
Uno engrandeció su dignidad rompiendo relaciones con el rival; el
otro prefirió fortalecer su situación en la tabla. Una mera
cuestión de escala de valores.
Si el enfado de Vázquez por jugar el sábado era comprensible en
las horas previas a la cita de Estambul, su obcecación en las
críticas contra el Valencia después del encuentro de Mestalla
resulta difícil de defender. En realidad, es insostenible. El
entrenador del Real Mallorca perdió el pulso contra Cúper
utilizando un bloque formado en buena parte por jugadores que
habían acudido a Turquía en viaje de recreo. Atribuir la penosa
estadística del sábado "ni un solo disparo a puerta en noventa
minutos" a la «fatiga» de puntales clave como Stankovic, Lauren o
Diego Tristán es tan irrisorio que hasta los jugadores se
desmarcaron de este argumento cuando después del encuentro
admitieron sin paliativos que este equipo anda tocado, muy tocado.
Refugiado en su manual deontológico, Vázquez se ha quedado solo y
su cansino lloriqueo se viene abajo ante una única obviedad: a
falta de nueve jornadas, el equipo es duodécimo, se encuentra a
cinco puntos del descenso y lleva nueve partidos (tres de UEFA y
seis de Liga) sin ganar. Eso por no hablar de aspectos parciales
donde se arrojan cifras igualmente inquietantes. Cinco goles
marcados en los siete últimos encuentros de liga, por poner un
ejemplo.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.