Rabarivony y Lauren, en plena pugna por un balón.

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0 OVIEDO: Esteban; Losada, Keita, Onopko, Boris, Rabarivony; Paulo Bento, Nadj, Pompei; Rubén y Dely Valdés.
Cambios: Fabio Pinto por Keita, Jaime por Nadj y Juan González por Rubén.
0 MALLORCA: Leo Franco; Armando, Olaizola, Siviero, Miguel Soler; Laurent, Soler, Ibagaza, Stankovic; Diego Tristán y Eto'o.
Cambios: Carlos por Diego Tristán.
ÀRBITRO: Medina Cantalejo, del comité andaluz. Mostró tarjeta amarilla a Armando, Siviero, Paulo Bento, Losada y el técnico local, Luis Aragonés; y expulsó por doble amonestación a Juan González, en el minuto 66.

TOMEU TERRASA
Debía estar bromeando Luis Aragonés cuando insinuó que el Mallorca jugaría primado en el Carlos Tartiere. A la vista de lo ocurrido ayer, parece claro que no hace falta incentivar de ningún modo a nadie para hundir al Oviedo. Cuando un equipo marra ocasiones clamorosas en la misma línea de gol, cuando el vértigo se apodera de un grupo que se columpia sobre el abismo, hablar de comisiones suena a chiste: el Oviedo se hunde solo, sin necesidad de que nadie se ensañe contra él.

Es una simple cuestión de infortunio, de desgracias que nunca vienen solas, de destino y de impotencia. Y nada de eso tiene que ver con raras historias de maletines. Por supuesto que el Mallorca jugó motivado. Fernando Vázquez regresaba al club que le sacó por la puerta de servicio sabiendo, tanto él como su grupo, que una victoria iba a catapultarles por primera vez en muchas semanas a la zona tibia de la clasificación, el lugar donde se expenden los billetes para disputar esa extraña competición llamada Intertoto. Eran tres puntos vitales que, eso sí, conllevaban un precio: hundir al Oviedo.

Perfectamente consciente de lo que había en juego, el club carbayón convirtió el encuentro en una cuestión de estado. O al menos de estadio. Medina Cantalejo tuvo que realizar su trabajo en medio de una constante pitada, con un público conjurado para colaborar en ese gol que no llegaba y que tanta falta hacía para alejar fantasmas del Carlos Tartiere. Sin embargo, el gol no llegaba y no por falta de ocasiones.

Pero no sólo el Oviedo firmó buenas opciones para mover el marcador. El rosario de ocasiones del Real Mallorca comenzó en el segundo tiempo y tuvo en Samuel Eto'o a su más ineficaz exponente. El delantero camerunés, estrella indiscutible en los encuentros ante el Barcelona y el Alavés, se caricaturizó a sí mismo fallando lo indecible. A este chico le encanta correr, pero resuelve con muy desigual fortuna las situaciones en las que se ve envuelto con el balón en los pies.