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Una profunda reorganización interna y una inversión económica equiparable a los mejores clubes del mapa LEB. Bàsquet Inca planea una reconstrucción a todos los niveles que le permita fijarse en la ACB en un plazo de tres años. Córdoba parece haber marcado un punto de inflexión, el final de una etapa, y las primeras conclusiones a las que ha llegado la ejecutiva del club invitan a un cambio de funcionamiento en los despachos para obtener resultados a medio plazo.

Cuatro temporadas después, Bàsquet Inca puede presumir de haber adquirido estabilidad económica y moverse con cierta solvencia por la segunda categoría del baloncesto español, pero sus méritos deportivos han sido escasos y la competición en la que se mueve ha incrementado su nivel de exigencia con la misma rapidez que ha acumulado años de vida. La directiva analiza desde hace varias semanas diversas estructuras y funcionamiento de clubes de élite que han conseguido crecer dentro de un marco demográfico similar al del Inca, aunque la fórmula que aplicará es una incógnita. El club no se ha definido en este sentido, aunque si ha reconocido que profesionalizará algunas áreas de la entidad e incrementará notablemente la partida presupuestaria destinada a infraestructura.

«La próxima temporada, por ejemplo, competiremos contra un mínimo de seis equipos que han estado en la ACB (TDK Manresa, León Caja España, Granada, Huelva, Murcia, Tenerife o Ferrol) y un mínimo de cuatro ó cinco cuyo presupuesto superará los cien millones de pesetas. Eso significa que en un grupo formado por dieciséis equipos, diez estarán en disposición de luchar por el ascenso. Además, con el cambio de sistema de competición sólo ocho jugarán los playoffs y habrá descensos a la LEB 2. El Bàsquet Inca no quiere ser un comparsa y lo que queremos hacer es rentabilizar al máximo nuestros recursos y eso sólo es posible sentando unas bases sólidas», aseguró a esta redacción el vicepresidente Joan Rubert.