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MIGUEL LUENGO - PARÍS
Lo primero que hizo Mary Pierce al ganar el último punto y sentarse en su silla fue santiguarse, pero a la francesa. Pierce se encontró con una débil, imprecisa y lenta Conchita en el primer set. Así, los 41 minutos de este parcial fueron un auténtico suplicio para Conchita, perdida y sin ayuda en la central.

No obstante, Mary es famosa por sus lapsus mentales y Conchita tenía que esperar ese momento. Se produjo en el segundo set cuando los fallos cambiaron de raqueta y la francesa se dejó dominar por la española. Conchita se colocó 2-0 y tuvo dos oportunidades para el 3-0. Su saque, débil y sin confianza la impidió sentenciar entonces y ahí perdió la gran oportunidad para continuar aspirando a un título que se le resiste.

Pierce necesitaba sufrir para ganar, no como antes, y Conchita encontraba los ángulos para recrear sus golpes, tal y como hizo hace dos semanas cuando ganó en Berlín. Pero su saque seguía fallando y sin esa ayuda cada vez era más difícil ganarlo. Pierce rompió en el undécimo juego con un remate al centro de la pista, y se dispuso a servir para ganar el título a continuación. El drama embargó toda la pista central en el siguiente juego, porque Pierce no encontraba la fórmula para rematar su trabajo. La francesa necesitó tres bolas de partido. Y Conchita se la entregó al fallar un resto que colocaba al público parisino al borde del delirio.