Algunos de los jugadores de la selección en una imagen de la sesión de entrenamiento que efectuó ayer la selección española.

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Si al gremio futbolístico de primer nivel se la ha otorgado en muchas ocasiones un enorme componente de desmedida vanidad, su grado de cinismo tampoco debe pasar inadvertido. El seleccionador Camacho empieza a ver fantasmas armados con plumas y a los internacionales que comparecieron durante la jornada de ayer ante los medios de comunicación no se les ocurrió nada mejor que reivindicar una mayor presencia de patriotas en Holanda. Al margen del sentimiento que históricamente ha sido capaz de generar España en comparación a las selecciones de otros países "ése es otro debate", es incuestonable que la reclamación de los futbolistas lleva una gran carga de beligerancia, fundamentalmente porque para pedir algo también hay que ofrecer algo. Y resulta obvio que no es el caso.

Curiosamente, todos los que se pasaron por la sala de prensa dejaron claro que jugar bien ya no importa. Es casi una anécdota. El resultado está ahora muy por encima de cualquier otra cuestión. Aflora el resultadismo de Clemente, aunque alejarse de un precepto básico "el mejor camino para consumar objetivos es jugar bien" se antoja absurdo.

En pleno divorcio con la coherencia "sólo Michel Salgado ha reconocido que España no jugó bien ante Noruega", José Antonio Camacho ha dado pistas sobre su nuevo tratado de intenciones. Alfonso, Mendieta y Abelardo serán las tres novedades que presentará la formación titular de la selección ante Eslovenia. Paco, Fran y Urzaiz se sentarán en el banquillo. El delantero del Betis formará pareja con Raúl; Mendieta deberá aportar mayor presencia y verticalidad en el centro del campo y Abelardo se limitará a reemplazar a otro central. Incomodar a Zlatko Zahovic, que firmó dos tantos ante la Yugoslavia de Boskov, puede ser el principal encargo de Camacho a Abelardo para el partido del domingo.