Santiago Cañizares, durante el entrenamiento que realizaron en Tegelen.

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La heroicidad a la que recurrió el grupo de Camacho para evitar un desastre que acarició durante la mayor parte de la función ante Yugoslavia ha tenido un grandioso efecto terapéutico sobre la hinchada y los canales más críticos. Despés de la locura de Brujas, nadie se atreve a despojar a España de algunas licencias, entre ellas, la de soñar. Sería éste un argumento peregrino "conceder demasiado" si se valora de forma global el fútbol que ha proyectado a selección durante el primer trayecto de a Eurocopa, pero la historia deja claro que los equipos que emergen desde la adversidad suelen lograr cosas interesantes.

Los torneos importantes están llenos de ejemplos y negar que la selección se ha forjado desde la confusión para acabar proyectando sus mejores minutos y también un ejercicio de fe grandioso sería absurdo. Acostumbrado a ver como sus mejores trabajos nunca arrojaban dividendos, España y también José Antonio Camacho parecen haber encontrado al fin el camino a seguir.

La última alineación, por ejemplo, ha generado unaminidad. El único que no convencía era Fran y una lesión se lo llevo del campo cuando el partido empezaba a cobrar forma. El centrocampista del Deportivo que se ha visto en la Eurocopa no tiene nada que ver con el que conoce la Liga española. Podría decirse que no ha podido con la presión, aunque también es bastante probable que haya agotado su cupo de oportunidades. Y si la figura de Gaizka Mendieta ha adquirido un papel determinante, circunstancia que ridiculiza la decisión de Camacho de dejarlo fuera del equipo titular en el partido ante Noruega, el primero que disputó España en la Eurocopa. El estreno de Sergi en el carril izquierdo también resultaba obvio, fundamentalmente porque Aranzábal no ha aportado nada. Pese a todo, Camacho ha necesitado ciento ochenta minutos para rectificar.