La final es una buena ocasión para Italia de saldar cuentas
pendientes ante Francia, a la que no gana desde que se enfrentaron
en la primera fase del Mundial de Argentina 78. La última de las
decepciones llegó cuando ambos equipos se enfrentaron en cuartos de
final del Mundial de hace dos años, en que Francia se clasificó en
los tiros de penalti, después de que se llegara con empate a cero
al tiempo reglamentario y la prolongación. En aquella ocasión, en
que Luigi di Biagio falló el lanzamiento decisivo que dio el pase a
semifinales a Francia, el conjunto campeón del mundo no pudo contar
con Zidane, que cumplía su segundo partido de sanción, tras ser
expulsado en la primera fase en el partido contra Arabia Saudí.
Zidane aparece tal vez como el más calificado para ahuyentar los
fantasmas del 0-0 y que ambos se jueguen su suerte de nuevo en los
penaltis como hace dos años. Para Francia, esta final supone la
consagración definitiva de una generación que lleva cinco años
ganando juntos y que lograría el doblete Mundial-Eurocopa, como
hizo Alemania en sentido inverso en 1972 y 1974. Italia busca, por
su parte, su segundo gran título en los últimos veinte años,
después del logrado en el Mundial de 1982 en España. Desde entonces
no ha ganado ningún torneo.
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