El corredor transalpino de 26 años, vencedor de la
Lieja-Bastogne-Lieja este año, se impuso al esprint de los cuatro
corredores, entre los que estaba el español José Àngel Vidal
(Kelme), que consiguieron demarrar del pelotón a 30 kilómetros del
final de la etapa y que llegaron a línea de meta con apenas 10
segundos de ventaja sobre el resto. Otra jornada más del Tour de
Francia y otra etapa llana más, aunque en esta ocasión era la
última hasta la primera de montaña que se disputará mañana, con
final en el alto de Hautacam. Por el ritmo al que se rodó en el día
de ayer nadie diría que los corredores de esta edición de la ronda
francesa están hastiados de jornadas «poco atractivas»; ya han sido
varias las voces que se han quejado del recorrido demasiado suave
de la primera semana de la carrera gala.
Sin embargo, en el Tour no hay respiro. A pesar de que el
trazado no anime a los corredores a rodar rápido, los intereses de
los equipos más modestos por ganar etapas y la defensa de los
diferentes maillots de los más grandes provocó que el ritmo fuera
más elevado de lo previsto para el día de ayer, una de las nueve
etapas llanas que se han disputado hasta ahora. En una jornada de
ataques que no lograban fructificar, se produjo una caída en el
kilómetro 126 sin mayores consecuencias. El Festina, equipo de
Marcel Wust, maillot verde del Tour, era el encargado de controlar
la carrera desde la cabeza del pelotón. El fuerte ritmo que impuso
el equipo relojero estiró a todo el grupo, lo que no impidió que se
siguieran produciendo ataques.
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