(RUMANÍA)
Podía haber sido peor. Seguro que más de uno pensaba esto al
aterrizar en la madrugada del domingo en Son Sant Joan. El Real
Mallorca vivió un viaje plagado de anécdotas, y en el que su
travesía continental se vio frenada por el Ceahlaul Piatra. Previo
paso por la base aérea de Bacau, era hora de pisar Piatra Neamt,
ciudad maderera que cuenta con unas preciosas vistas de los
Cárpatos, además de una miseria que asola a sus 125 mil habitantes.
ENVIADO ESPECIAL A PIATRAOlvidado el accidentado viaje de ida, la expedición bermellona,
que contó con la presencia de la cúpula regente, se alojó en un
Ceahlaul Grand Hotel plagado de carencias. Los que más las notaron
fueron los jugadores, descontentos con la calidad de la comida, al
igual que con el escaso tiempo de que dispusieron para ejercitarse
en el escenario del encuentro. Juan Ramón López sólo pudo trabajar
con sus hombres por espacio de una hora, ya que unas pruebas
atléticas desalojaron al conjunto rojillo del Ceahlaul Stadion, una
instalación arcaica, y en la que detalles como el extraño marcador
y los ruinosos vestuarios impactaron a los expedicinarios. El
asedio de los jóvenes aficionados rumanos pilló de sorpresa a más
de uno. Técnicos y jugadores firmaron multitud de autógrafos tanto
en los exteriores del hotel como en el estadio.
Llegada la hora de la verdad, el ambiente futbolero de las
calles no se dejó ver entre los poco más de tres mil seguidores que
presenciaron el choque. La llegada del tercer gol provocó la
euforia de la grada y del propietario de la entidad, Gheorghe
Stefan, que con el consentimiento del delegado de la UEFA presencia
los encuentros en el banquillo, e incluso se permite el lujo de dar
órdenes. La lluvia "nada de calor" y una larga espera para embarcar
destino Palma, fueron el epílogo de una aventura que pudo tener
final feliz.
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