Decía en su día Ramón Mendoza que ser presidente del Real Madrid
era más importante que ser ministro. Parece que en el umbral del
siglo XXI, el listón ha subido. Lo de ser ministro en comparación
con el palco del Bernabéu se ha quedado corto. Y es que las
elecciones del Real Madrid han movido mucho dinero. Se manejan
grandes presupuestos publicitarios. Sanz dice que su rival se ha
gastado unos 1.000 millones de pesetas estas semanas. Pérez señala
que muchísimo menos. Ni en eso se ponen de acuerdo. La guerra
verbal ha sido total. La expectación en Madrid es similar a la de
unas elecciones generales.
Con una diferencia evidente. En estos comicios, sólo votan
50.700 socios, una cifra ridícula ante los millones de personas que
acuden a las urnas para elegir el presidente del Gobierno. Pero la
audiencia, el interés del fútbol sí lo demanda. Los minutos de
prensa, radio y televisión que se han consumido en esta campaña han
sido incontables. Y lo cierto, es que ha animado un verano, que
cuando se cierra la competición hace que se desplome la actualidad
deportiva, que sólo salva el Tour de Francia. La campaña ha sido
muy dura. Ninguno ha regalado caramelos. Florentino Pérez,
ingeniero de caminos de 53 años, tiene cubiertas todas sus
necesidades en la vida. Pero le falta algo para ser totalmente
feliz: ser presidente de un club, al que ya optó en el 95 en una
campaña contra Mendoza, que fue de dibujos animados, si se compara
con la dureza de estas dos semanas.
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