El ciclista norteamericano Lance Armstrong obtuvo ayer en Oviedo el
Premio Príncipe de Asturias de los Deportes 2000 por representar
desde su actividad deportiva, que le ha llevado a ganar las dos
últimas ediciones del Tour de Francia, «la lucha del hombre para
superar enfermedades en muchos casos tenidas como terminales».
Los miembros del jurado, presidido por el máximo responsable del
Comité Olímpico Internacional (COI), Juan Antonio Samaranch,
destacaron en el acta que Armstrong padeció un cáncer con
metástasis sin renunciar «a la vida ni al deporte» y que, tras
someterse a intervenciones quirúrgicas y tratamientos de
quimioterapia, regresó al deporte en contra de la opinión de muchos
expertos». «Es un ejemplo universal de cómo una persona puede
enfrentarse con éxito a una enfermedad tan temible», añadió el
jurado, que destaca que el premiado ha creado además una Fundación
en Estados Unidos para ayudar «a quienes padecen tan dramática
enfermedad».
El galardonado, que optará al oro olímpico en los Juegos de
Sydney, nació el 18 de septiembre de 1971 en la localidad texana de
Plano, y fue un formidable triatleta antes de decidirse por el
ciclismo, deporte en el que obtuvo su primera victoria en la elite
en una etapa del Tour de 1993 y se convirtió en el corredor más
joven de la posguerra en lograr un triunfo parcial en la ronda
francesa. El 9 de octubre de 1996 anunció que padecía un avanzado
cáncer testicular con metástasis en pulmones y cerebro. Después de
516 días en paro a causa de la operación y tras un duro tratamiento
de quimioterapia que afrontó con una entereza admirable el texano
logró su mayor triunfo personal al que seguiría en 1999 el
deportivo con su primera victoria en el Tour de Francia, que
repitió en la pasada edición de la ronda gala.
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