Indignación e impotencia. Todavía ayer se escuchaban los ecos de la
escandalosa labor arbitral que llevó a cabo Turienzo Alvarez en
Balaídos. El arbitraje creó un escándalo sin precedentes en el
fútbol nacional. Tres goles válidos anulados, un penalti no
señalado y un gol del Celta que no debió subir al marcador es un
bagaje demasiado elevado como para que se olvide en apenas 48
horas.
Sin embargo la postura oficial del Real Mallorca está marcada
por la prudencia. El presidente del club, Mateo Alemany, se refirió
ayer a este tema y utilizó palabras y expresiones muy comedidas.
Declaraciones fuera de tono pueden motivar fuertes represalias por
parte del colectivo arbitral y, de momento, el club quiere mantener
públicamente la calma y esperar que un arbitraje como el de
Turienzo no se repita. «Respetamos el trabajo y la objetividad de
los árbitros pero a nadie se le escapa que en Balaídos se
produjeron hechos excepcionales y todo el mundo coincide que fue el
Mallorca el equipo perjudicado», manifestó el presidente.
Alemany fue muy prudente en sus valoraciones y evitó polemizar
aunque sí lanzó un claro aviso: «Para mí es triste lo que ocurrió
el domingo ya que en una situación normal hubiésemos sumado dos
puntos más. Esperemos que al final se compensen aciertos con
errores», señaló el máximo mandatario mallorquinista.
Los futbolistas ayer todavía no terminaban de creerse lo que les
había sucedido. Stankovic aseguró que «nunca me había pasado una
cosa así en toda mi carrera deportiva», comentó el serbio. La
impotencia es total y el deseo principal es que un hecho de estas
características no vuelva a sucederse. Nadie quiere creer que hay
persecución contra el Mallorca pero otra situación similar a la
vivida en Balaídos levantaría todas las sospechas.
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