Badajoz representa para el Drac Inca mucho más que simple obstáculo
en su camino hacia la fase de ascenso. Es la llave de la doble
moral que se desprende de su tratado de intenciones. El equipo
mallorquín tiene prácticamente consumado el reto que se marcó en
los albores del curso "clasificarse entre los ocho mejores" y el
plantel observa con detenimiento y ansia la cuarta plaza. Nadie se
atreve a decirlo en voz alta, pero el Inca anda ya más preocupado
en cerrar la Liga entre un grupo de equipos muy selecto que de otra
cosa.
El Polideportivo de la Granadilla, uno de los más calientes de a
competición, empezará a marcar esta noche "21.00 horas" las
posibilidades reales que tiene el Inca de dar forma al objetivo que
se ha fijado el propio vestuario. Badajoz es un equipo sacudido por
la inestabilidad. Un inicio de Liga deprimente ha condicionado su
trayectoria y los mil y un cambios que ha aplicado Martín Fariñas
en la plantilla nunca han dado el efecto deseado. Pese a todo, el
cuadro extremeño exhibe un potencial equiparable a cualquier equipo
que anda bien clasificado, su problema es que sigue sin jugar como
un equipo y que desfallece ante la primera adversidad.
Drac Inca casi nunca ha cometido excesos lejos del Palau, aunque
si quiere forjar su nombre entre los cuatro mejores no puede fallar
en una cancha como la del Círculo Badajoz. Los júniors Antoni
Carrasco y José Medina han sido incluídos en la expedición.
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