Niño intenta despejar el balón ante la oposición de Sergi; Olaizola, en un segundo plano.

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TOMEU TERRASA-ENVIADO ESPECIAL A BARCELONA El Real Mallorca dejó impronta de equipo grande en el Nou Camp. El grupo balear alimentó durante un buen puñado de minutos su sueño de pisar zona de Liga de Campeones, pero acabó cediendo un empate preñado de polémica. Rivaldo equilibró el partido gracias a una pena máxima que genera división, y en la recta final del duelo Andradas Asurmendi dejó pasar por alto una acción que tuvo como protagonistas a Reina y Samuel Eto'o. El guardameta azulgrana derribó al camerunés en el interior del área pequeña cuando ya no podía jugar el balón. La acción pudo haber cambiado el signo del partido y el propio rumbo del Mallorca en la Liga.

De hecho, la visita a la Ciudad Condal estaba marcada en rojo en el libro de ruta del Mallorca. Antes del partido, el botín que estaba en juego era equivalente a la distancia que separaba a ambos equipos en la clasificación.

El Barcelona administró siempre el balón y suyo fue todo el bagaje ofensivo que registró el primer acto. El equipo balear exhibió pocos recursos para sujetar a Overmars y Zenden y por las bandas llegaron casi todos los problemas. Pese a todo, los intentos locales siempre acabaron igual: con el balón en manos de Leo Franco o lejos de la portería. El Mallorca había cedido sin disimulo alguno el control del partido al Barça, pero también tomó medidas para que Pep Guardiola y Philip Cocu apenas entraran en juego. El equipo de Serra notó que sus dos futbolistas más creativos se habían metido en un laberinto.

A medida que se fueron consumiendo los minutos, la consistencia balear fue en aumento. El Mallorca tenía un doble objetivo: dejar al Barça sin espacios e intentar hacer daño a la contra. Cerraba el primer tiempo con un aprobado. Su portería se mantenía a cero, aunque nunca inquietó a Reina. Se alteró la situación en el nacimiento de la segunda parte. A balón parado, Albert Luque mandaba el balón al interior del área y Rivaldo, en su intentó por despejar el esférico, lo introducía en su propia portería. Era el 0-1.