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Los chicos de oro ya están en Palma. Los mallorquines que han tocado el cielo de Europa y que se han convertido en el eje del mejor fútbol juvenil del continente, regresaron ayer a Ciutat paseando el metal que les acredita como los abanderados del balompié europeo sub 16. Hastiados de tanto vuelo y del goteo de interrogantes de los periodistas "algo a lo que ya se acostumbrarán" Miguel Àngel Moyá (portero) y Guillermo Bauzà (centrocampista) aterrizaron en Son Sant Joan con una enorme sonrisa dibujada en su rostro, una alegría con la que convivirán el resto de su vida.

Los dos mallorquines más universales del momento quieren prolongar su estancia en la gloria, un tránsito que se acabará justo cuando Tomeu Llompart les reclame para jugar ante el Kelme en la primera eliminatoria de la Copa. Moyá puede dar, incluso, un paso más grande: jugar con el primer equipo. «Me han dicho que Burgos se ha lesionado, pero no sé nada más. Ahora sólo puedo pensar en el juvenil», aseguraba el cancerbero cuestionado sobre su posible presencia el próximo domingo en el partido ante el Celta de Vigo.

Moyá y Bauzà han madurado su currículum junto a una nueva generación de futbolistas excepcionales que lidera Fernando Torres, el ariete del Atlético de Madrid. A pesar de su mocedad empiezan a conocer el significado de las palabras «cláusula» y «representante» y para ellos, ahora, el fútbol profesional es algo más tangible. Jugar un torneo europeo supone «un salto cualitativo» y ganarlo el abrir las puertas del futuro: «Nuestra ilusión es la de jugar algún día en el primer equipo del Mallorca», explican esperanzados. El presente es excepcional y su progresión ilimitada. Cumplen su primer ciclo como juveniles y ya se han coronado como los reyes de Europa, pero les queda mucho por recorrer y muchos objetivos que conquistar. Entre ellos, la Copa del Rey con el Mallorca y el Nacional de Selecciones Autonómicas con Balears.