Miquel Alzamora
El Real Mallorca de la Champions tropezó de nuevo en la Liga. Ya lo hizo ante Las Palmas después del choque ante el Hajduk y ayer, otra vez en el campeonato regular, exhibió nerviosismo, poca coordinación en el centro del campo y chocó ante un Kike Burgos que desbarató las contadas llegadas locales. El librillo de «Mané» funcionó mejor que el de Bernd Krauss, que dejó sin personalidad a la banda izquierda situando a Miquel Soler en el interior y sacrificando uno de los lugares que mejor funciona cuando el «Nanu» está en su sitio.
El diablo sabe más por viejo, que por diablo y José Manuel Esnal «Mané» sabe mucho y se maneja con maestría tanto en el capítulo táctico como psicológico. El de Balmaseda llegó a Son Moix consciente de que el Mallorca venía de degustar la gloria europea y eso siempre suele pasar factura. Durante el primer periodo la presión fue casi asfixiante. Había mucha gente rondando las inmediaciones del eje de la defensa local y eso supuso un problema enorme para la zaga que buscaba oxígeno en Leo Franco, al que acabaron aburriendo con un recital de arriesgadas cesiones que terminó encendiendo al guardameta. La defensa vitoriana adelantaba su zona y por ahí llegaba el peligro balear que también creó más de un problema a Kike Burgos. El ex mallorquinista salió a la desesperada en dos ocasiones en las que Luque y Eto'o intentaron pasar la bola por encima. En ambas oportunidades lo lograron, pero la dirección no era la indicada.
Los minutos iban pasando, el partido decrecía en intensidad y el Deportivo ganaba terreno. Franco intuía problemas y razón tenía para ello, ya que los artilleros visitantes nada más hacerse con un hueco en la corona de área no dudaban en disparar con intención. Astudillo y Magno obligaron al cancerbero a emplearse con acierto aunque el susto definitivo llegó al final del primer acto. Rubén Navarro lanzó un disparo a bocajarro que rechazó Leo, después hizo lo mismo con el rechace de Colccini y casi en el descuento tapó magistralmente un chut de Rubén Navarro que salió milagrosamente fuera. El Mallorca no estaba en el partido y el Alavés perdonaba lo imperdonable. En la reanudación la película seguía más o menos como antes. Los jugadores bermellones intentaban reaccionar, pero el primer aviso fue de Magno, que advirtió con un disparo envenenado que por poco entró en la meta local. La reacción llegó de inmediato, otra vez con Albert Luque como protagonista y otra vez con Kike que surgió esta temporada del banquillo para volver a ofrecer un recital dentro de sus dominios.
Las cosas mejoraban para los mallorquinistas. Pablo veía la roja por insultar supuestamente al asistente y el árbitro no dudó en enseñarle la roja y mandarlo de inmediato a los vestuarios. Sin embargo no había manera de encontrar soluciones. Krauss movía las piezas: enviaba a Miquel Soler al banquillo y hacía lo propio con Campano y Engonga, pero ni Novo, ni tampoco Carlos y Paunovic lograron redactar un guión diferente al exhibido hasta el momento. El equipo notó en exceso la ausencia de Ariel Ibagaza y no halló a nadie capaz de organizar el juego ofensivo. Luque y Eto'o echaron de menos al argentino, aunque tampoco ellos estuvieron acertados. Al final, el equipo bermellón se dejó dos puntos otra vez en su estadio. Entre ausencias y Champions, el recinto mallorquinista se convierte en un marco que ya no es inexpugnable. Krauss debe buscar soluciones.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.