TW
0

El Schalke no deja de ser un equipo llamativo. No sólo por su fenomenal estadio, sino también por la forma de comportarse de sus directivos y de sus futbolistas. El mánager envía a Mpenza de regreso a casa por mala conducta, no duda en alinear a juveniles si el resto de futbolistas no cambian de actitud y, por si esto fuera poco, los jugadores se amotinan en el hotel y exigen entrenar en la playa.

Dos días en Palma son suficientes para hacerse una idea de las particularidades de este equipo que ha hecho su imersión en la Liga de Campeones con mucha más pena que gloria. Ayer por la mañana estaba previsto que el equipo se entrenara en el Lluís Sitjar pero un grupo elevado de futbolistas prefirió ir a la playa. Su opinión prevaleció ante la de otros que eran partidarios de hacerlo en el campo de fútbol. El entranador asumió lo que dijo la mayoría. Después vino la bronca pública del mánager del club, Rudi Assauer. «Los gritos que di se escucharon desde Alemania», dijo el mánager.

Con todo este lío pueden entenderse los problemas deportivos que sufre la entidad, principalmente en la Champions League. Sin embargo ayer se quiso dar una imagen algo más seria y el grueso del equipo entrenó en el césped de Son Moix en la que fue la primera toma de contacto de los futbolistas con la superficie en la que deberán moverse esta noche. Los problemas extradeportivos se unen a los puramente deportivos ya que el técnico holandés no dispone, para el partido de esta noche de Andreas Möller, Emile Mpenza, Victor Agali y Oude Kamphuis, bajas todas ellas importantes y que merman la calidad de un equipo que no está bien confeccionado para afrontar una competición como la Champions League. En la Liga son actualmente séptimos.