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88 DRAC INCA: (14+21+23+30): Sergi Grimau (10), Navalón (16), Kenny Green (19), Alberto Alzamora (9), Xavi Puyada (7) "cinco inicial", Montañana (0), Bordas (0) y Villar (7). 20 de 42 en tiros de 2 puntos. 8 de 21 en tiros de 3 puntos. 24 de 29 en tiros libres. 27 rebotes (18 en defensa y 9 en ataque). 22 faltas personales.
82 LLOBREGAT: (23+21+16+22): Martínez (6), Berenguer (17), Cabeza (9), Jonathan Ramírez (16), Feggins (23) "cinco inicial", Berbois (0), Segado (4) y Galán (7). 23 de 34 en tiros de 2 puntos. 7 de 19 en tiros de 3 puntos. 15 de 23 en tiros libres. 27 rebotes (18 en defensa y 9 en ataque). 20 faltas personales.
Àrbitros: López Garrido (Catalunya) y Terreros (La Rioja). Excluyeron por cinco faltas personales a Alzamora (minuto 34) y Cabeza (minuto 38).

Albert Orfila
El Drac Inca abrió la segunda página de la fase regular sirviendo diez minutos de baloncesto memorables. Fue suficiente para salir de un gran apuro y reconciliarse con una hinchada que volvió a ponerse en pie de guerra. El viaje de anoche adoptó tintes quiméricos y el grupo de Oliete pasó del ridículo a la exhibición a velocidad de crucero. Después de treinta largos minutos implorando a la mediocridad, la escuadra mallorquina encontró a Juan Miguel Navalón y Alberto Alzamora. Amparado en esta pequeña sociedad, a la que contribuyó Willy Villar con una canasta kilométrica que mató al rival (82-77), el Inca dio forma a una remontada épica y en la que casi nadie tenía fe.

Navalón se autoproclamó héroe porque anotó tres triples prácticamente consecutivos sobre los que se forjó la reacción y Alzamora resultó determinantes porque se encerró en el cuarto oscuro y limpió todas las telarañas. No obstante, lo del escolta nacido en Alicante merece un capítulo aparte. Es un tipo diferente. Acumulaba un mes sin jugar, pero es difícil encontrar a un ganador como él en esta Liga. Sus tres latigazos fueron tres bombas atómicas.

Poco antes de tomar impulso, el Drac Inca vivió entre las sombras, totalmente eclipsado por un Llobregat que portaba la brújula y que siempre se sostuvo gracias a la clarividencia de Albert Berenguer, Jonathan Ramírez y Brian Feegins. Casi sin darse cuenta, el cuadro catalán provocó un déficit preocupante que alcanzó su punto más álgido a falta de dos minutos para llegar al descanso (31-42).

El partido era el fiel reflejo de dos equipos que funcionaban a velocidades muy distintas. Fresco y solvente, el Llobregat mandaba con una autoridad militar. El Inca era una versión antagónica. Atacaba mal y defendía peor. Oliete lo había probado casi todo (9 jugadores en quince minutos), pero la escasa productividad de su línea exterior (1 de 11 en triples en el primer acto) era un problema sin solución y que afectaba a todo el circuito. Green arregló el tercer cuarto (58-60) y un discurso algo más colectivo rubricó una victoria clave. El Llobregat fue por delante durante 35 minutos. Casi nada.