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La carrera vivió sus últimos y más intensos kilómetros, dejando claro una vez más que la jornada de despedida es la definitiva. La expectación en la línea de salida, que por una vez varió respecto al Passeig del Mar, fue importante. En el control de firmas aparecieron bastantes de los esperados. Casero, Jalabert y Zuelle, más con las opciones de triunfo del suizo, departieron con las autoridades, que tampoco perdieron la oportunidad de saludar a Joan Horrach y Toni Colom, el gran animador de una jornada.

Y es que el nerviosismo creció en meta cuando, a través de la transmisión de Teledeporte, Toni Colom protagonizaba un ataque despiadado, y hacía creer firmemente en que podía fulminar al líder y su incansable escuadra. Antes, Horrach recibió el calor de su Deià natal, justo en el inicio de las pendientes en las que el gran grupo se empezaba a disgregar.

Por esas tortuosas y serpenteantes carreteras se dejó ver Óscar Sevilla, aunque a un ritmo menos eleado que el imprimido por sus compañeros de Kelme-Costa Blanca en cabeza. En meta, el holandés Erik Dekker (Rabobank) impidió el pleno español, y demostró que ganar la Copa del Mundo es cosa de velocistas.