Marcados por un trayecto donde los agobios han sido un denominador
común, la última entrega del clásico balear aparece despojada de la
pujanza que había adquirido durante las dos últimas temporadas.
Recorrido un buen tramo de la fase regular, Drac Inca y Menorca
Bàsquet han vivido casi siempre tapados por las derrotas y su
inminente cara a cara no deja de ser un pulso entre dos equipos
acomodados entre la mediocridad y aparentemente condenados a luchar
por objetivos menores. Era algo que se intuía durante el estío y
que ha acabado cobrando forma cuando la Liga ha adopado algo de
sentido. La LEB ha dejado de ser una competición donde los humildes
tienen alguna oportunidad. El talonario ha acabado imponiéndose a
cualquier otro aspecto y si uno se fija en las cuentas corrientes
que manejan Inca y Menorca se explican muchas cosas.
Compiten con presupuestos menores en una Liga donde se han
multiplicado las franquicias que aspiran a ingresar en la ACB. La
inflacción del mercado se ha disparado y ahí es donde los dos
balears han quedado en clara desventaja. Hace unos pocos meses, el
Menorca Bàsquet caía al último puesto, mientras que el pasado
viernes el Inca salía del pantano tras ganar en Córdoba. Quizás en
Maó el receso que ha experimentado su equipo ha generado una
sensación de mayor desencanto por una simple cuestión de currículo.
El Menorca se quedó la temporada pasada a unos pocos minutos de
distancia de la Liga ACB. Fue la tercera ocasión en la que se
adentraba en un territorio reservado a una minoría muy selecta y
pasar de la euforia que provocan los playoffs a moverse en zona
muerta no es un trago amable.
En Inca la decepción es patente, pero se trata de un club que
históricamente nunca ha logrado nada interesante. Este año,
despertó expectativas en la recta final de la primera vuelta, pero
la competición le ha devuelto al sitio que corresponde a la
inversión económica que ha realizado. Huérfano de jugadores que
otorgaran algo de consistencia al juego interior, Quino Salvo ha
ido rediseñando el equipo hasta provocar una auténtica revolución.
No obstante, el movimiento que ha acabado teniendo un mayor peso
fue la salida de Derreck Anthony Layne y la posterior llegada de
Ulises Morán: un tirador por un cinco nato que ha acabado
parcheando un problema mayúsculo. La maniobra en cuestión también
ha acabado proyectando al mejor Fran Rueda de las últimas
temporadas.
Sin competencia americana de por medio, la figura del escolta ha
emergido con fueza. Ahora mismo, Rueda es un jugador clave en el
dibujo de Salvo y su solvencia está fuera de toda duda. En Inca,
los cambios también han sido constantes, aunque sólo uno "el de
Larry Richardson" ha sido por una cuestión de rendimiento. El «caso
Stuckey» acabó provocando un enorme movimiento sísmico en el seno
de la entidad. Lázaro Borrell, su sustituto, apenas estuvo diez
días en Inca y la nueva apuesta es Allen Ledbetter. La llegada del
nuevo americano no ha despertado las expectativas que provocó la
llegada de un jugador como Borrell, pero sus características y los
números que ha firmado en Portugal (19 puntos y 11 rebotes de media
por partido) sugieren algunas cosas interesantes.
Ledbetter no tiene nada que ver con Borrell, pero el cuadro
mallorquín necesitaba un tipo duro, uno de esos jugadores que no
tienen problemas para bajar a la mina y que acaban haciendo un poco
de todo. Pese a los números que se han registrado en las tres
referencias más recientes del clásico balear (3 victorias para el
Inca), la historia sigue manteniendo al Menorca un peldaño por
encima del equipo mallorquín. Ambos equipos "al margen del partido
de los cuartos de final de la Copa que disputaron ambos equipos en
Granada" se han enfrentado oficialmente en once ocasiones y el
conjunto mahonés se ha anotado seís triunfos.
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