El equipo de Sergio Kresic tiró ayer por la borda el trabajo hecho
estas tres últimas semanas y perdió los puntos ante la Real y
también el golaverage particular. Darko Kovasevic marcó los dos
goles de la Real y dejó KO a un equipo, el balear, que empezó bien
pero poco a poco se fue diluyendo hasta llegar a desaparecer del
césped.
Cuando dos equipos se juegan la vida el guión es prácticamente
el mismo y sólo sufre mínimas variaciones, aunque en lo general los
dos onces presentan un tratado ideológico similar. Medidas
defensivas especiales, prudencia ofensiva y prohibido correr más
riesgos de los imprescindibles. Esa es la consigna de los conjuntos
que llegan al final con el agua al cuello y con el miedo metido en
el cuerpo. El primer periodo careció de toda brillantez pero si
alguien hizo méritos para amarrar los tres puntos en juego este fue
el once de Kresic. El genial Ibagaza dispuso de dos extraordinarias
acciones de gol en los minutos 22 y 29 pero en ambas oportunidades
una mínima falta de precisión evitó que Westerveld tuviera que
acudir hasta en dos ocasiones a buscar la pelota al fondo de las
mallas.
Inevitablemente llegó el descanso y tras el intermedio los
problemas empezaron a dejarse ver con fuerza. Nada más empezar,
Idiakez no pudo aprovechar un regalo de Roa y la defensa y su
disparo salió fuera. Era el primer aviso, en el segundo, llegó el
gol de Kovasevic. Rekarte gana línea de fondo, mete una perfecta
asistencia al punto de penalti y el delantero de la Real mete la
cabeza entre Niño, Olaizola y Roa y clava el cero a uno.
El Mallorca falló cuando tuvo oportunidad y la Real no lo hizo
cuando tuvo la opción de batir a Roa. Así de injusto, pero así de
real. El once de Kresic mostraba mejores maneras, manejaba con más
criterio la pelota pero faltaba culminar el trabajo, es decir, se
hacía casi todo bien y sólo faltaba el gol.
Pero el equipo de Olabe con el cero a uno serenó su juego y
empezó a parar el partido y a esperar una nueva opción de gol, bien
en una jugada a la contra, bien en una acción a balón parado. Fue
en una de esas cuando en un disparo de córner, ni la defensa ni Roa
aciertan ni tan sólo a rechazar el balón y Kovasevic sólo tuvo que
empujar la pelota para colocar el segundo gol en el marcador. El
cero a dos era terrorífico. Significaba perder el partido y, además
perder el golaverage. Además en la grada más de uno perdió la
paciencia y con motivo. Al final la Real dio un buen ejemplo de
cómo se debe uno mover por el lodazal del descenso. Olabe ganó la
partida al Mallorca y también a Kresic.
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