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93 LEÓN: (29+19+21+24): Núñez (13), Young (16), Rod Mason (21), Morales (11), Lorenzo González (10) -cinco inicial-, Julio González (13), Ferrer (0), Nobile (7), Cañón (2), Fornás (0) y Llorente (0).
25 de 43 en tiros de 2 puntos. 7 de 13 en tiros de 3 puntos. 22 de 28 en tiros libres.
75 DRAC INCA: (13+19+18+25): Grimau (4), Navalón (10), Green (18), Montañana (0), Villar (1) -cinco inicial-, Bordas (15), Puyada (3), Ledbetter (4), Alzamora (20) y Carrasco (0).
24 de 43 en tiros de 2 puntos. 5 de 27 en tiros de 3 puntos. 12 de 13 en tiros libres.
Àrbitros:Velasco García (Murcia) y Florenza Ferrer (Cataluña). Eliminaron por cinco faltas a Grimau (Min. 32), Puyada (Min. 37) y Navalón (Min. 39).

FERNANDO FERNÀNDEZ - LEÓN
Drac Inca se abona al suspense y mantiene sus constantes vitales gracias a que Etosa Murcia puso en su lugar a Rosalía. Caer en León escuece y depender de otros suele ser peligroso, más cuando se ofrece lo peor del repertorio propio. De esperpéntica se puede calificar la imagen del cinco balear en un primer cuarto para olvidar. León jugaba su partido y tan sólo hallaba escasa resistencia en un Kenny Green que se echaba la estadística y el equipo a sus espaldas. La precipitación pasaba factura a un Drac Inca que abusaba del triple, precisamente la principal razón de ser de los de Roberto Herreras. Atascados en ataque y lentos a la hora de correr en defensa, los jugadores de Oliete mantuvieron una dinámica pesimista en el segundo asalto.

Tan sólo acciones puntuales de Bordas y la aparición casi accidental de Ledbetter orientaban a un Drac Inca sin brújula. La salida de Julio González acabó de dinamitar un choque amargo. Oliete apostó por la zona, pero los números hablaban por sí mismos y los teóricos tiradores se hinchaban a fallar triples y León se crecía a medida que los nervios hacían acto de presencia. Entonces, ya un poco tarde, Albert Alzamora pareció ser la solución. Su concurso supuso una bocanada de aire fresco para un grupo asfixiado bajo los tableros. Pero los castellanos no querían dejar escapar una oportunidad idónea para adquirir ventaja cara a las eliminatorias por el ascenso. El agujero adquiría tintes abismales (45-24) a medida que el segundo cuarto avanzaba, pero un parcial de 0-8 hacía albergar esperanzas.

León administraba con sentido común su renta. Precisamente ese temple era lo que le faltaba a los inquenses, que siguieron encomendándose a la línea de 6'25, pero el punto de mira estaba desorientado. En el momento en que Herreras ordenó mayor intensidad, León volvió a sonrojar a un Inca roto y expuesto a momentos de inspiración de alguien que no fuera un Alzamora que reclamó sobre el parqué los minutos que a más de uno le sobraron ayer. Las personales pesaban como una losa. Por ello, las rotaciones se hacían más que obligatorias y con ello unos cambios que en nada mejoraron el aspecto de un conjunto malherido. El último cuarto sirvió para que León certificara que no tuvo rival.