Gaudio, tal y como jugó ayer y durante toda la semana, era muy
difícil que perdiera. Es más, hubiera sido difícil que alguien le
hubiera ganado ayer en un partido disputado sobre arcilla, porque
el bonaerense estuvo genial, pero es que antes había dejado en el
camino a jugadores de la talla de Lleyton Hewitt, Carlos Moyá o
Thomas Enqvist.
El secreto del argentino estuvo en la confianza con la que
afrontó cada uno de los encuentros. Mostró un revés incontestable,
un físico envidiable y un juego sin fisuras y eso que ayer, Albert
Costa empezó bien (2-0).
Cuando el español, que jugaba su segunda final en Barcelona,
donde fue campeón en 1997, apuró su juego e imprimió una máxima
velocidad a sus bolas, Gaudio estaba siempre ahí, sin
descomponerse, seguro, sin fisuras y eso desesperó al español.
Después de una rotura en el tercero y otra en el séptimo, Gaudio
dio un paso de gigante para hacerse con la primera manga y el
bonaerense sabía que con el cansancio acumulado por Costa durante
la semana, buena parte del trabajo estaría ya hecho.
Y así fue, después de 61 minutos, Gaudio venció por 6-4 y 27
minutos después ya había cerrado el segundo set por 6-0.
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