El Mallorca quiere dar el último paso, el definitivo. El equipo de
Llompart llega al partido ante el Real Valladolid sin margen para
el error y con la perentoria necesidad de conseguir un triunfo que
certifique la permanencia. Todo lo que no sea sumar, dejaría su
futuro en manos, de las matemáticas, de Las Palmas o de Tenerife
(Son Moix, 21.00 horas, PPV).
El punto sumado en Chamartín le ha dado una nueva dimensión a la
trayectoria balear. Es tan simple como pasar de depender del resto
de rivales, a confiar la salvación a sus propias fuerzas. En eso,
el Mallorca parte con ventaja, pero en nada más. Tomeu Llompart
sabe que la categoría está en juego y por eso ha subrayado en las
horas previas las palabras «humildad, trabajo y unión». Sólo con
esos valores es posible seguir una temporada más en Primera. Los
rojillos, malheridos antes de visitar al Madrid en Concha Espina,
parecen ahora rehabilitados, lejos de todo riesgo.
Pero los baleares no se han manejado bien este año bajo presión,
ni en la Liga ni en Europa, y por eso el vestuario ha incidido en
la importancia que tendrá la grada. Son Moix estará lleno (ayer
todavía había mucha gente en las taquillas) y todo resultará más
sencillo. Además, el técnico de Inca cuenta con toda la plantilla
"salvo Javier Olaizola, castigado por sanción tras ser expulsado
ante el Real Madrid" y ayer ya insinuó que jugará el mismo bloque
que actuó en el Santiago Bernabéu. Es decir, con Paunovic e Ibagaza
por los flancos y Etoo mucho más cerca de Luque en el ataque.
Cuatro en defensa con la única novedad de Alejandro Campano en el
lateral derecho. El preparador mallorquinista vuelve a montar un
equipo sin excesos y confía el triunfo al esquema que más alegrías
le ha dado en las últimas fechas.
Con todo, el Mallorca tendrá delante a un equipo cargado de
talento y que llega sin la presión de los puntos, algo que supone
todo un alivio. Nadie olvida la rabona de Tote en el encuentro de
ida, y a nadie le escapa la calidad de Fernando. Los pucelanos son
uno de esos conjuntos de balompié atrevido y directo, capaz de lo
mejor y de lo peor. El hecho de que en su plantilla militen tantos
jugadores cedidos lo convierte en algo así como en un filial, es
decir, un equipo totalmente imprevisible.
El Mallorca jugará en Son Moix, pero también lo hará en Anoeta y
el Heliadoro Rodríguez. Porque incluso perdiendo o empatando el
grupo mallorquín puede lograr la permanencia, todo en función de
una combinación múltiple de resultados. Los dos equipos canarios
necesitan el triunfo y un error del conjunto mallorquín; a Las
Palmas le basta incluso con un empate si los rojillos no puntúan en
casa.
A estas alturas de temporada, todo parece que no ha tenido
validez, porque las dos últimas jornadas se van a encargar de
volcar el futuro mallorquín hacia uno u otro costado. Sólo el
golaverage va a tener vigencia, porque en caso de empate a puntos
ante uno de los dos rivales directos en la lucha por la salvación
los bermellones deberán mirar a sus enfrentamientos en la fase
regular; ante Las Palmas el conjunto rojillo caería directamente al
infierno, porque cayó en Palma y en tierras canarias. Sin embargo,
frente al conjunto de Javier Clemente el Real Mallorca lo tiene
ganado; ganó con comodidad en Son Moix y posteriormente empató en
su visita a Tenerife.
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