Javier Muñoz SAIMATA
Japón recuperó ayer el espíritu de los samurais para ofrecer una buena imagen en su debut como anfitrión del Mundial, aunque la veteranía de los belgas sólo permitió que ambos equipos firmaran al final las tablas en el marcador (2-2), en el partido inaugural del grupo H.
Espoleados por su entregada afición, las estrellas japonesas intentaron el lucimiento personal, pero tanto Hidetoshi Nakata como Shinji Ono se perdieron en regates sin consecuencias o en aislados remates que no deparaban excesivo peligro. A pesar de que Bélgica cedió gentilmente desde el principio el control del balón a los anfitriones, las mejores ocasiones del primer tiempo fueron para los ´diablos rojos´.
El aburrimiento que dominó el partido en la primera parte cambió radicalmente en la reanudación. Del juego bronco y trabado de faltas inicial se pasó a una trepidante sucesión de acciones de peligro en ambas porterías.
Los belgas se adelantaron poco antes de la hora de juego cuando Wilmots, pese a estar rodeado de contrarios, pudo rematar a placer de acrobática chilena. Japón no se vino abajo y acto seguido empató Takayuki Suzuki, ayudado por la pasividad del defensa Jacky Peeters. El gol serenó a los anfitriones, que pudieron entonces mostrar lo mucho que han aprendido del técnico francés Philippe Troussier, ahora seleccionador japonés.
Junichi Inamoto, uno de los hombres más destacados del partido, adelantó a los japoneses en el minuto 68 al resolver con maestría un veloz contragolpe. La alegría de los nipones volvió a durar poco, ya que a los 75 minutos Van der Heyden eludió el fuera de juego local y estableció el empate a dos definitivo con una suave vaselina.
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