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José Antonio Diego SEÚL
La selección de Portugal, revitalizada con los goles de Pauleta y la incipiente mejora de Luis Figo, y la de Corea, con millones de «diablos rojos» detrás, prometen un festival de fútbol ofensivo cuando se enfrenten hoy viernes en busca de un sitio entre los 16 mejores del Mundial.

La derrota es un lujo que no puede permitirse Portugal, porque es el único resultado que le deja fuera del Mundial de forma irremisible. Los hombres de Antonio Oliveira tendrán, por tanto, que arriesgar la vida frente a unos coreanos que no saben batirse en retirada.

Portugal, una gran potencia del fútbol europeo y el equipo más goleador del continente en la fase de clasificación (33 dianas), salió en el partido contra Polonia (4-0) del agujero en que se vio sumido tras su derrota contra Estados Unidos (3-2). Los «chicos de oro» necesitan, ahora, ratificar su recuperación.

El regreso del defensa Abel Xavier y del centrocampista Paulo Sousa a los entrenamientos abrirá el abanico de posibilidades tácticas para Oliveira, que por primera vez en el Mundial podrá alinear al equipo que considere más conveniente. La Federación Portuguesa ha querido transmitir un mensaje de tranquilidad al técnico al garantizar su permanencia aun cuando el equipo fuera eliminado, pero Oliveira necesita, a su vez, extender ese estado de ánimo a unos jugadores que no han recuperado del todo la confianza tras su desastroso comienzo.

Guus Hiddink, entrenador holandés de Corea, anticipó que su equipo no sabe jugar más que al ataque y en esa característica puede residir su mayor debilidad. La victoria de Dinamarca sobre Francia (2-0) inspiró al técnico de Corea la actitud recomendable frente a Portugal.

Los coreanos habrán de hacer frente a un equipo más técnico que ellos, que intentará tener el balón en sus pies el mayor tiempo posible para, de ese modo, restar valor a la velocidad coreana.