Los jugadores del equipo de José Antonio Camacho descansaron por
la mañana y por la tarde, a partir de las 19.00 hora local, se
entrenaron durante unos 50 minutos en el centro deportivo Seobu,
que es su 'casa' en tierras coreanas desde el pasado 20 de mayo.
Fue un entrenamiento de baja intensidad. No podía ser de otra
manera después del gran desgaste físico que los internacionales
españoles hicieron en el estadio de Suwon para doblegar a los
irlandeses.
Sufrió muchísimo para conseguir el pasaporte hacia los cuartos
de final y su juego estuvo plagado de defectos, pero ya está en la
ronda de los ocho mejores y da la impresión de que la historia está
cambiando para España en este Mundial. Si en la primera fase ganó
los tres primeros partidos, algo que sólo había hecho una vez en un
Mundial, en Brasil'50, en el duelo de cuartos de final ante los
irlandeses aprobó una asignatura que tenía pendiente desde hace
mucho tiempo. Con Iker Casillas como héroe, la selección española
por fin ganó una tanda de penaltis. Hasta ahora, los lanzamientos
desde los once metros habían jugado muy malas pasadas a España.
En el Mundial de México'86, después de superar a Dinamarca en
los octavos de final por 5-1 con cuatro goles de Emilio Butragueño,
el equipo que entonces dirigía Miguel Muñoz cayó en cuartos ante
Bélgica en la tanda de penaltis tras igualar a uno.
Y lo mismo le sucedió en los cuartos de final de la Eurocopa'96
ante Inglaterra después de empatar a cero en el estadio de Wembley,
en un partido en el que los jugadores que entrenaba Javier Clemente
hicieron méritos para conseguir mucho más. La última gran decepción
del fútbol español por culpa de los lanzamientos de penaltis se
produjo en los Juegos de Sydney 2000. En la final, España igualó
con Camerún y se tuvo que conformar con la de plata.
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