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José A. Pascual ULSAN
Su puesto en el Mundial 2002 estaba destinado para Santiago Cañizares, apodado cariñosamente como 'dragón' por el técnico italiano Claudio Ranieri por su habilidad para detener penas máximas, pero la lesión del valencianista ha permitido a Iker Casillas demostrar su condición de 'seguro de vida' en las tandas de penaltis.

Casillas, un joven que cumplió tan sólo 21 años el día en el que España viajó hacia Corea del Sur para disputar el Mundial 2002, no se considera un 'parapenaltis'. Prefiere hablar de 'fortuna', de 'suerte', pero a lo largo de su corta, intensa y exitosa carrera ya ha mostrado su habilidad para salir airoso en esta ´lotería´ futbolística.

El arquero madrileño ha explicado que, en vez de elegir un sitio de la portería y tirarse para llegar al balón si va por ese lado, opta por aguantar mucho, porque tiene estudiado que muchos balones van cercanos al centro y ahí tiene opciones de abortar el lanzamiento del rival.

Contra Irlanda estuvo de '10'. Hizo un par de intervenciones de auténtico mérito, pero sobre todo anduvo inspirado en los penaltis. Primero salvó en el segundo tiempo uno lanzado por Ian Harte, el especialista del equipo de Mick McCarthy.

Aunque no pudo evitar la igualada, materializada también de pena máxima por Robbie Keane, en la tanda definitiva para desempatar el encuentro se convirtió en 'San Iker', al despejar los disparos de David Connolly y Kevin Kilbane, el tercero y cuarto de la serie de los 'verdes', que se unieron al error en el segundo de Matt Holland, quien mandó el balón al larguero.