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EFE-JAPÓN
Ronaldo se tomará revancha con el fútbol, en la final del Mundial que Brasil jugará con Alemania, cuatro años después de haber sufrido un misterioso mal que le impidió jugar en plenitud el partido decisivo de Francia 98. Aquella circunstancia aplastó anímicamente a su equipo, finalmente perdedor frente al conjunto francés de Zinedine Zidane, coronado en el estadio de Saint Denis como el Rey del fútbol en el último tramo del siglo XX.

Esta vez, Ronaldo llega a una de las instancias cumbres de su carrera deportiva no sólo como aspirante a ganar el quinto título mundial para el fútbol de su país sino también como máximo goleador del torneo de Corea y Japón, con seis tantos, situación que defenderá ante su compatriota Rivaldo y ante el alemán Miroslav Klose, que tienen cinco. El drama de Ronaldo y del fútbol brasileño en el Mundial francés se produjo el 12 de julio de 1998, día en el que el equipo local se impuso en la final por 3-0.

Una hora antes del partido se anunció que Ronaldo no jugaría, lo cual provocó una gran conmoción, y poco antes del pitido inicial el jugador apareció demacrado y aturdido en el campo de juego. En el hotel, antes de trasladarse al estadio, había sufrido unas convulsiones, situación no del todo aclarada hasta el presente. Meses después, el jugador del Inter de Milán, dijo que, pese a no encontrarse bien físicamente no podía «dejar solos» a sus compañeros de equipo en aquella final.

«Quería jugar ese partido a cualquier precio. No quería defraudar a mis compañeros. Cuando salté al terreno de juego, mi camiseta ya estaba empapada de sudor. Jugamos el partido y lo perdimos. Aquel no fue nuestro día», declaró Ronaldo, que reconoció no estar «al cien por cien» de sus posibilidades cuando salió a jugar la final. «No me encontraba bien. Me sentía débil. Pero estoy seguro de algo: quería y debía jugar ese partido. No tenía derecho a huir», manifestó el jugador a la televisión de su país.