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FERNANDO FERNÀNDEZ La batuta del Drac Inca se antoja un mando maldito en la presente temporada. La posición de base ha sido la más concurrida a lo largo de las últimas semanas y es ahora Paris Bryant el encargado de aportar el toque de cordura a una plaza maldita desde hace un mes. Y es que en las últimas cuatro temporadas han sido ocho los inquilinos de la plaza. Con Paco Olmos, Rafa Monclova y Felipe García otorgaron solvencia y crédito al juego gualdinegro. José Luis Abós contó con Willy Villar y Edu Sánchez como embajadores sobre el parquet, mientras que José Luis Oliete sufrió al peor Villar y tuvo en Xavi Puyada la solución a sus dolores de cabeza.

La dinámica parece haber adquirido tintes dramáticos en el guión perfilado por José Àngel Samaniego. Villar era uno de los ejes sobre los que el donostiarra diseñó la plantilla, dejando a Miki López, desde un inicio, en un relativo segundo plano. Hasta que la pretemporada empezó a cobrarse sus primeras víctimas y un desgraciado choque entre Llorenç Mons y Willy Villar pulverizó la rodilla del grancanario y obligó a realizar el primer movimiento brusco del curso. El base titular se rompía para todo el curso y la solución debía llegar de forma y manera inminente.

Mientras Miki López, debutante en la LEB, asumía el papel de líder, el nombre de Josep Perich se elevaba a los altares. El base catalán aterrizaba en una categoría para él desconocida, pero con una carta de presentación y unas bases formidables. La aportación del teórico revulsivo no pasó de ser testimonial y pronto se pudo ver que no acababa de encajar en los esquemas de Samaniego. Con Miki López castigado duramente por los esguinces de tobillo y físicamente bajo límites, la posición de base se resentía un poco más y tan sólo la finalización del contrato de Perich podía dar un poco de luz a la dirección de juego.