XISCO CRUZ - VALENCIA
No es Mestalla una plaza amable con el Mallorca, ni buen sitio para ir a buscar pan en tiempos de hambre. Si el equipo de Manzano perseguía puntos que le devolvieran el aspecto que tenía hace poco en Liga, se equivocó de escenario. El Valencia impuso su profundidad de banquillo, su pegada, su capacidad para sobrevivir, y el conjunto balear evidenció que ha perdido algo de altura. Lejos de las estridencias de la Copa, el grupo rojillo mostró su rostro más vulnerable en un encuentro en el que bastó un gol de Mista para enterrar el buen aspecto que ofreció el equipo de cintura para abajo, porque en ataque no hubo noticias (1-0).
Manzano sabía que el centro del campo del Valencia estaba averiado, porque Baraja arrastraba molestias y porque Albelda, sin un cerebro, se atasca. Así, puso sobre la arena a Marcos para que acompañara a Lozano y dejó a Ibagaza como socio de Etoo. Benítez dispuso a Vicente para darle algo de sentido al juego en el círculo central y el equipo valencianista se lanzó a tumba abierta a por el partido desde el inicio; con Rufete y Fabio Aurelio como azotes por los flancos y Carew enganchado a Aimar, el campeón de Liga lanzó un buen puñado de saques de esquina en el primer cuarto de hora, fruto de su atrevimiento en las bandas.
Aimar aprovechó una de esas carreras por la izquierda para probar las manoplas de Leo Franco (minuto 2), mientras del Mallorca apenas había señales de vida en ataque. Acaso algún desmarque de Novo o la movilidad de Marcos. Daba la sensación de que el equipo balear, pese a notar la presión, se sentía cómodo sin el balón. Todos menos Ibagaza, que sentía envidia de Aimar. En la única diagonal que pudo trazar hasta entonces, Pellegrino lo acabó derribando, en una jugada que originó la primera aproximación tangible de los rojillos; el argentino lanzó el golpe franco y Marcos remató con la cabeza. Cañizares tuvo que sacar el guante (minuto 28).
Por aquel entonces las zancadas de Reveillere eran la única atracción de un partido que iba languideciendo a medida que Niño y Lussenhoff achicaban balones del área. Ni el Valencia encontraba ya los mismos espacios que en el arranque, ni el Mallorca se atrevía a pisar territorio prohibido. El choque murió hasta el descanso porque los bermellones fueron capaces de cortar el suministro de juego valenciano. Es el grupo de Benítez uno de los pocos conjuntos que quedan (junto a Betis y Madrid) capaces de generar fútbol por las bandas, y si las alas se quedan sin alimento al Valencia se le hace de noche. Poli y Cortés sellaron bien sus pasillos y sólo el multifuncional Aimar fue capaz de explotar sus ilimitados recursos cuando se acercaba a los dominios de Franco. Con todo, el primer acto se despidió con la sensanción de que había tenido mucho que echarse a la boca tácticamente, pero poco en cuanto a espectáculo.
Pizarras al margen, el inicio del segundo tiempo siguió siendo una emboscada para el Valencia. Incapaz de encontrar a Aimar, el destino del balón -que habitaba en los pies de los centrales- era siempre Carew. Lussenhoff y Niño se vaciaron en su marcaje y el noruego se ofuscó. Aturdidos los levantinos, al Mallorca le tocaba mover pieza, y no lo hizo. Se refugió en el área y empezó a dar muchas concesiones; Vicente largó un zurdazo en el minuto 55 y poco después Carew volvió a encontrar el cuerpo de Leo Franco tras un gran servicio de Aimar (minuto 59).
Novo y Riera se habían perdido y Etoo se cansaba de trazar desmarques. Con el encuentro enmadejado, Benítez dio un golpe de efecto y puso sobre el tapete a Juan Sánchez, y prescindió de Pellegrino. El tratado de intenciones estaba claro, pero no el modo de leerlo, porque la batalla se estaba librando en la zona ancha. Si el madrileño había realizado una apuesta ofensiva, Manzano no tardó en cambiar el dibujo del tablero. Dio entrada a Carlos, advirtiendo que la zaga valencianista se había quedado algo desnuda, y envió a Ibagaza a la izquierda. El preparador valencianista debió intuir que su equipo seguía sin el gobierno del partido y metió a Baraja para que iniciara todas las jugadas de ataque.
Fue entonces cuando el Mallorca pudo dar el golpe. Una arrancada de Etoo plantó a Àlvaro Novo delante de Cañizares, pero en el uno contra uno ganó el portero manchego (minuto 75). El contragolpe bermellón alertó al Valencia y el cambio de Mista por Aimar irritó a la grada, que empezaba a ver que el partido se escapaba.
Lejos de equivocarse, la sustitución no pudo ser más oportuna, porque el delantero murciano tardó un par de minutos en acertar con el gol; recibió un extraordinario pase en el interior del área de Vicente y cruzó con sutileza ante la salida de Leo Franco (minuto 79). Paradójicamente, el Mallorca sufría el encontronazo cuando se había decidido a ir a por el encuentro, cuando su batería de atacantes era más notable.
Diversos medios de comunicación de Valencia aseguraban ayer que el conjunto que preside Jaime Ortí sigue las evoluciones desde hace cuatro años de Albert Riera. La entidad levantina, que siempre ha tenido en su punto de mira la cantera balear (Silvano, Tudurí, Xisco Muñoz o Dani Radó) estaría pendiente de una futura venta de Kily González para intentar la contratación del jugador de Manacor. Pese a todo, el Valencia tiene bien cubierto el carril izquierdo con Fabio Aurelio y Vicente, a pesar de que la idea del club es la de rejuvenecer la plantilla. Carboni también podría despedirse.
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