La segunda temporada de Jorge Lorenzo en el Mundial de 125
centímetros cúbicos está plagada de alicientes para el joven piloto
mallorquín, que a sus quince años hizo historia siendo el más joven
en debutar y puntuar en la cilindrada. Bajo la protección del Caja
Madrid Derbi Racing Team y con Emilio Alzamora como compañero de
escuadra, las expectativas de la firma española apuntan hacia el
podio. Giampiero Sacchi, patrón del proyecto, ha reforzado el
plantel con la marcha de Youichi Ui y no duda en realizar un
esfuerzo técnico y económico para alcanzar un mayor grado de
competitividad que en un corto plazo ayude a luchar por el título
mundial.
La clase que destila Lorenzo quedó patente con un séptimo puesto
en el Gran Premio de Brasil del pasado año o actuaciones brillantes
como la de Donington Park, donde sumó tres puntos inolvidables. La
cruz de un deporte en el que el riesgo es un factor añadido fue la
caída que sufrió en Brno.
Finalizar 21º en el primer contacto con un Mundial que no
disputó en su totalidad es un resultado que no tiene el valor que
los números le pueden otorgar. El próximo domingo, en el circuito
japonés de Suzuka, arranca el que será el gran desafío de Jorge
Lorenzo, un discípulo aventajado que quiere marcar las diferencias
respecto a un Emilio Alzamora que ya sabe lo que es proclamarse
campeón del mundo de 125, la plataforma desde la que emergen las
figuras del MotoGP y la primera estación en el largo tránsito hacia
el éxito de un piloto que gracias a Chicho, un padre que ha
sacrificado su tiempo y su dinero, ha hecho realidad el gran sueño
de su vida.
Desde que empezara a montar en moto a los tres años, la
progresión de Jorge Lorenzo ha sido espectacular. Poseedor de siete
campeonatos de Balears y ganador de la Copa Aprilia de 50 y 125
centímetros cúbicos, el dorsal 48 quiso demostrar en el Campeonato
de Europa del 2001 que un sexto puesto es suficiente como para
plantar cara.
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