«Esto es horrible y muy duro. Ante todo somos seres humanos y se
nos debería tratar como tal». Estas palabras de José Silvano,
aplicables también a su compañero Pedro Mairata, resumen el estado
anímico de dos futbolistas mallorquines cuya carrera se ha
congelado en Canarias. Los dos atraviesan ahora mismo por la etapa
más amarga y espinosa de su incipiente trayectoria, ya que el club
propietario de sus derechos, la UD Las Palmas, les mantiene al
margen del equipo junto a otros tres compañeros -N'Kong, Bo
Andersen y Frejd- desde hace ya un par de meses.
El comienzo de la historia se remonta al verano de 2002 cuando
ambos, todavía en el Constància de Inca, decidieron aceptar una
oferta del club amarillo para recalar en las filas de su primera
plantilla. Dejaron Mallorca y se plantaron en el archipiélago
canario para realizar la pretemporada, pero un tema exclusivamente
económico estableció las primeras diferencias serias entre
futbolistas y entidad. «Nos propusieron jugar en el filial, de
Tercera división y a Silvano, por ser sub-23, le propusieron
alternar su participación con el primer equipo. Yo lo tenía más
complicado, pero acepté la opción con la condición de seguir
vinculado al primer plantel y entrenando con ellos» relata Mairata
sobre su primer año de estancia en el conjunto insular.
Este verano y tras un año a la sombra las cosas empeoraron. La
filosofía del club dió un giro radical y desde este año, sus
dirigentes se han propuesto que el 95% del vestuario sea canario.
«El entrenador Juan Manuel Rodríguez vino a vernos en el primer
entrenamiento y sin conocernos, nos dijo cual nuestra situación y
empezamos a trabajar separados del resto. Es algo ilógico -explica
Mairata- porque tienen tres fichas libres. Lo único que sabemos es
que el club es un desastre economicamente hablando y que llevamos
seis meses sin cobrar».
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