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El Deportivo se ha convertido en un bálsamo con el que aliviar la carga de problemas acumulados. El conjunto gallego viene suponiendo en los últimos tiempos un punto de apoyo para el Mallorca, que en cada ocasión que se ha topado con el grupo de Irureta se ha olvidado de sus dificultades para rescatar su versión más fiable y acertada. Sin ir más lejos, los dos cruces de esta temporada polzarizan las dos actuaciones más completas del campeonato y en ambas ocasiones ha significado el final de una dinámica negativa que se prolongaba ya por espacio de seis jornadas.

Si la cita del pasado domingo en Son Moix difuminaba el temor aparecido a raíz de los últimos resultados, la confrontación de la primera vuelta fue la primera gran reivindicación de un equipo que en ese momento empezaba a asimilar el manual de Luis Aragonés. Despojado de los complejos que le perseguían en las primeras semanas del curso, el cuadro balear expuso en Riazor sus argumentos más sólidos y atrapó su primera victoria a domicilio de forma rotunda. Los goles de Etoo y Bruggink disparaban al Mallorca, que en ese instante inició el despegue en la tabla. A esa actuación le siguió una estrepitosa caída frente al Valencia, pero posteriormente enlazó una serie de cinco victorias consecutivas.

La historia más reciente demuestra que el Deportivo es un buen aliado ante la crisis, ya que el equipo coruñés ha sido incapaz de extraer nada positivo en sus últimos cuatro desplazamientos a Palma. Después del último empate conseguido la séptima jornada de la campaña 99-00 (2-2), los herculinos no han vuelto a sumar en la Isla. En el ejercicio posterior se entregaron de forma apurada al mejor fútbol de los mallorquines (2-1) y han protagonizado después tres partidos repletos de goles en contra. En la temporada 2001-02, los bermellones se recrearon y firmaron un 4-1 espectacular, que fue secundado poco más de año más tarde por una nueva exhibición atacante.