Samuel Etoo, en una imagen captada al término del partido. Foto: GABRIEL MORELL

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Era un día propicio para los fastos, y acabó siendo un buen epílogo de la temporada en Palma. Venía el Mallorca de incendiar el Bernabéu, la permanencia estaba en el zurrón y se anunciaban las despedidas de Etoo y Nadal, entre otros. Todo tenía buena pinta, incluso el Espanyol, que tenía prisa por alcanzar la salvación matemática. Pero el Mallorca anduvo extraviado hasta que Luis echó un vistazo al banquillo, y allí encontró la fórmula. La puntería de Perera y la facilidad para interpretar este juego de Etoo le dieron al equipo isleño su cuarto triunfo en ristra, además de concederle a la hinchada un final de curso agradable. Paradojas del fútbol, el Mallorca puede cerrar la temporada entre los diez primeros (4-2).

Y eso que el grupo balear apareció por el partido con las luces apagadas y escaso espíritu de pelea. Por eso se rindió al primer achuchón del Espanyol, que tuvo una tarde más bien plácida desde que Maxi se cayó en el área a los cinco minutos. El argentino le había ganado la acción a Nadal, lanzó una carrera eterna y la mirada de Leo Franco le debió fulminar. Tamudo ejecutó el penalti y desde entonces todo resultó confuso. El juego del Mallorca estaba en cueros y De la Peña campaba a sus anchas por el círculo central, siempre asociado a Tamudo.

Las bandas de los isleños estaban selladas y al Espanyol le bastaba con poco para generar peligro. Apenas una recuperación de balón en la zona ancha y un servicio en profundidad a Tamudo, que siempre encontró una vía para llegar hasta Leo Franco. Y en una de esas llegó el segundo, tras un error de Marcos al que De la Peña sacó punta. Le envió la pelota a Tamudo, el catalán ganó por velocidad a Lussenhoff -lo hizo siempre- y marcó de tiro cruzado (minuto 27).

Del Mallorca no hubo noticias durante el primer tiempo. Acaso un par de derechazos de Etoo, siempre participativo, pero poco más. Como si todo se aplazara para el segundo acto, que tuvo un aspecto muy distinto. En parte por las maniobras de Luis Aragonés, que metió en el campo a Colsa y Bruggink -antes había entrado Perera-, jugadores determinantes en el revolcón que sufrió el partido. En apenas veinte minutos la grada transformó su irritación en felicidad, condicionada por la puntería de Perera y las asistencias de Etoo, que puso su talento al servicio del equipo.

El extremeño acercó al Mallorca al empate tras un escorzo a pase de Gonzalo Colsa (minuto 64) y desde entonces todo se desquició. Poco después Bruggink, habilitado por Etoo, acertó a conectar un tiro sesgado para convertir el empate (minuto 73) y poco antes del cierre Perera apareció otra vez para empujar una entrega de Etoo (minuto 85). El Espanyol se frotaba los ojos, como incrédulo, porque su renta y su permanencia se habían difuminado. Raducanu y Tamudo pudieron devolver la normalidad a la cita, pero fue el Mallorca el que golpeó de nuevo. Colsa aprovechó otra zancada de Etoo para reivindicarse y de paso concederse una alegría. El Mallorca ha vuelto a sobrevivir. Otro años más.