Los jugadores del Mallorca se ejercitan sobre la hierba del estadio Son Moix.Foto: MONSERRAT

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Xisco Cruz
Es la cita del Calderón una buena oportunidad de abrirse camino hasta el otro lado. Quiere el Mallorca ver la luz, adivinar algo de claridad entre tanta oscuridad, y ahora es el momento. Con el equipo metido de lleno en una espiral de derrotas, Cúper ha decidido apelar a la dignidad en un último intento por alterar esa dinámica perdedora que ha dejado al grupo balear en números rojos. Habló el pasado viernes de compromiso, de conjura, de sacrificio, porque el Mallorca está al límite y necesita algo más.

Hace una vuelta que no gana lejos de su estadio y no ha vencido en el recinto atlético desde que Cúper abordara su segunda temporada en la Isla, allá por 1999. Todos esos condicionantes negativos parecen haber motivado a la plantilla, que quiere marcar el encuentro de Madrid como el punto de partida para iniciar el rearme (Vicente Calderón, 19.00 horas, PPV). No va a resultar sencillo, porque las cifras denuncian que el Atlético se siente cómodo ante su hinchada y que el Mallorca sufre mucho a domicilio. El conjunto de César Ferrando ha sumado 33 puntos en su campo (22 más que el equipo isleño) y apenas ha recibido 8 goles en contra, los mismos que ha logrado el Mallorca como visitante.

Por eso la estadística no invita al optimismo, aunque el conjunto bermellón trata de aferrarse a su remozado espíritu. Con quince días para hablar, corregir errores y mejorar conceptos, el conjunto de Cúper tratará de atrapar una victoria que le permita seguir vivo. «Es un estímulo que la gente nos dé por muertos», dijo el preparador de Chabas el pasado viernes. A eso quiere engancharse el Mallorca, a un optimismo casi forzado.
Héctor Cúper se ha dedicado a hacer pruebas durante la semana, pero escondiendo sus cartas.