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ADECCO ESTUDIANTES 68
REAL MADRID 74

ADECCO ESTUDIANTES (16+20+21+9):Azofra (2), Jasen (12), Jiménez (8), Patterson (4), Garcés (16) -cinco inicial-, Iturbe (11), Vidaurreta (0), Rodríguez (2), Suárez (6) y Loncar (7).

REAL MADRID (22+23+13+16):Sonko (12), Bullock (14), Hamilton (3), Hervelle (2), Bueno (8) -cinco inicial-, Fotsis (20), Gelabale (10), Reyes (2), Herreros (3) y Burke (0).

Arbitros:Martín Bertrán, Pérez Pérez y Alzuria. Excluyeron por personales a Jasen (m.38).

Jorge Muñoa|MADRID

El Real Madrid puso el punto y final a la trayectoria de José Vicente Hernández en el banquillo colegial con la victoria más quirúrgica de cuántas ha conseguido en las series por el título, sin excesivo sufrimiento y apegado a ese aspecto de equipo sólido en el que puede creerse para medirse al Tau en la gran final, a la que no llegaba desde el año 2000. El partido más académico de toda la eliminatoria también tuvo sitio para la anarquía y el corazón. A la cuarta templaron ánimos blancos y colegiales para dar paso a un combate donde la ejecución táctica primó por encima de instintos y rachas, aunque no siempre.

El Madrid enfrío la grada con un parcial de 0-12 nada más empezar (7-14). Gracias a ese trabajo de presentación pasó el peaje del primer cuarto por delante (16-20) y pudo tender la emboscada que confundió al Estudiantes sobre su propia identidad porque los colegiales se apuntaron a un segundo corte propio de concurso de triples. Al cabo de tres minutos de correr de canasta a canasta con un triple de Alberto Herreros por todo capital, la línea de 6,25 fue una batería de costa. Nueve triples volaron hacia la red entre las dos cestas hasta el intermedio.

Seis entraron uno detrás de otro a ambos lados del campo. Para el espectador, un lujo. Para el Madrid, una bendición. Para el Estudiantes, una prueba de que también tiene muñeca, pero una mala lectura del choque porque así el más cómodo en Vistalegre era el equipo que hoy jugaba de visitante. Los espejos del vestuario recordaron al cuadro estudiantil. Cuando reapareció bajo los focos desprendía otra mirada. La que brilla en sus ojos si corre, se deja llevar por la adrenalina y olvida las fórmulas clásicas. El Estudiantes del tercer cuarto impidió que la semifinal acabase antes de tiempo, pero de acuerdo a su propia naturaleza, no aferrado al rigor.

Un 10-0 le puso a los controles (46-45), aunque el Madrid aguantó la carga sin perder la cara al partido, que también había resucitado en la grada. La semifinal atravesó diez minutos de lucha de estilos, de la irreverencia colegial al academicismo madridista. Ninguno ganó el pulso (57-58). Lo que ganó el pulso fue la continuidad y, en ese apartado, el equipo de Maljkovic estuvo por encima.

El Adecco Estudiantes porfió con garra en el último cuarto. El Real Madrid, sin embargo, fue un equipo convencido de si mismo, sin nervios, centrado en hacer el trabajo y olvidarse de lo demás, como un martillo pilón. Como además mantuvo una buena efectividad terminó por sentirse dueño psicológico del partido y remató la serie. El Madrid está en la final. El Tau también y por la vía rápida, con un menor desgaste que los blancos, que se han debido emplear a fondo. El Estudiantes sigue sin ganar a los blancos en semifinales. José Vicente Hernández cierra un ciclo por año sabático. Hasta pronto.