Con algunas gotas de lluvia y una temperatura más cerca de los
quince que de los veinte grados, el Real Mallorca realizó su
primera sesión de entrenamiento en Kössen. El grupo vivió en sus
carnes las brusquedades climáticas de la región. Se acostaron
después de la comida con una temperatura que rondaba los treinta
grados y cuando se dirigieron al comedor para degustar la merienda
se encontraron de repente con un aguacero considerable y el
termómetro marcando los veinte grados. Así es el clima en Kössen.
Ni la lluvia alteró los planes de Héctor Cúper. El cuerpo técnico
esperó unos minutos a que escampara, se subió a la bicicleta y a su
voz de mando la plantilla se dirigió a un bosque inmediato al hotel
de concentración para realizar una serie de carreras en un circuito
preparado. Precisamente este lugar es uno de los parajes preferidos
de Juan Manuel Alfano. El preparador físico argentino, acompañado
de Toni Servera, dirigió a los jugadores en sus carreras por el
bosque. Cúper, sobre la bicicleta, y su nuevo ayudante Gustavo
Siviero no se perdían detalle de la primera sesión física del
«stage».
Con las zapatillas empapadas y los músculos ya calientes, el
grupo recorrió a pie los 500 metros que separan el bosque del campo
de entrenamiento. Con el arco iris estampado en el grisáceo cielo
tirolés, los jugadores cambiaron las zapatillas por las botas y se
pusieron de nuevo a las órdenes de Cúper. El entrenador argentino,
como es habitual, inició la sesión con una charla de unos minutos.
Mientras, al otro lado del campo, Joan Mesquida probaba los
reflejos de Toni Prats, Miquel Àngel Moyà y el portero juvenil
Gerardo.
Divididos por parejas, los futbolistas comenzaron a tocar el balón
sin demasiada exigencia. Fue curiosa la imagen de Iuliano formando
dupla con Siviero, que se conserva en una excelente forma física y
que podría pasar por un integrante más de la plantilla...
Después de ese primer contacto con el balón, Cúper optó por un
entrenamiento más táctico, con centros por ambas orillas, remates
de los delanteros y despejes de los defensas. La sesión finalizó
con una serie de remates a bocajarro que probaron los guantes de
los porteros. Los jugadores regresaron al hotel al filo de las
nueve de la noche con aspecto visiblemente agotador. A pesar de ser
el primer día, ya conocen la exigencia de un cuerpo técnico que se
toma la pretemporada como el punto crucial del curso y que no deja
nada para la improvisación. Esta primera sesión fue seguida por un
grupo de curiosos aficionados de Kössen, una localidad que como
siempre se vuelca con la estancia del Mallorca. Los carteles del
partido amistoso que disputará aquí el grupo balear ante el Wacker
Burghausen inundan este pueblo de poco más de 4.000 habitantes que
vuelve a acoger una pretemporada del equipo mallorquinista después
de dos años de gira por Inglaterra.
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