Era la firma de un campeón de los que se salen del firmamento
del ciclismo mundial. A sus 33 años cosechó su victoria de etapa
número 22 en la carrera que le dio razón de ser a su existencia y
su condición de ciclista cuando el cáncer le amenazó de muerte en
1998.
Marcó un tiempo de 1h.11.46, a una media de 46,4 kms/hora, una
gran cifra teniendo en cuenta la dureza del recorrido. El tejano
dejó la segunda plaza a Jan Ullrich, a 23 segundos, la tercera a
Alexander Vinokurov, a 1.17. En la cuarta posición se coló Bobby
Julich, a 1.33, e Ivan Basso se conformó con la quinta a 1.54.
Francisco Mancebo del Illes Balears cumplió sobrado las
expectativas, fue noveno a 2.51 y pasó a la cuarta plaza de la
general final, aprovechando el hundimiento integral del danés
Michael Rasmussen, rey de la montaña que se cayó dos veces y sufrió
3 averías.
En el km 35 fue cuando apareció el «boss» para dejar las cosas
en su sitio. Pasó primero, con su «molinillo» a pleno
funcionamiento, en 46.38, con Ullrich a continuación a 19 segundos
y Basso, en recesión tercero a 53. El italiano se dejó en el
descenso más de un minuto, antes de subir el Col de Gachet (3a).
Hasta el final se fue confirmando el dominio del jefe de filas del
Discovery Channel, crecido sobre su caballo de titanio.
París espera al campeón, al corredor que sacó motivación
suficiente para presentarse en la carrera más exigente del mundo
después de anunciar su retirada. Saint Etienne tendrá el honor de
haber vivido la última lección del irrepetible Lance Armstrong.
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